Españoles, Fotolog ha muerto. La conocida red social, precursora del ecosistema que reina hoy día en Internet, y madre de Facebook e Instagram, lanza un mensaje de error desde hace unos días cada vez que alguien quiere disfrutar de su interfaz tan 2007.
Si algo daba más vergüenza que tener un resto de comida entre los dientes, caerte en medio de la calle o equivocarte al escribir un whatsapp obsceno a tu pareja y enviarlo a tu madre, era que alguien viera tu Fotolog casi una década despúes de dejar de usarlo. ¿Por qué?, muy sencillo, por el tipo de fotos que subíamos: aparecieron los primeros selfis gracias a las innovadoras cámaras digitales, por lo que escribíamos: comenzamos a publicar nuestro día a día, a expresar el amor que sentíamos de manera desorbitada por nuestro mejor amigo del instituto, o por nuestro perro, y también por cómo lo escribíamos: los puntos suspensivos, los asteriscos y la alternancia de letras mayúsculas y minúsculas fueron los protagonistas de una nueva forma de escribir de la que ahora nos arrepentimos.
Pero sin duda, Fotolog significó el inicio de un nuevo estilo de vida que hoy nos inunda, en el que nos encanta mirar y ser mirados, en el que una cosa tiene más o menos importancia según el número de likes que acumula, o en el que fotografiamos cada café, batido, bol de fruta o cualquier alimento medianamente estético, antes de ingerirlo para publicarlo en Facebook u otro escaparate social.
Fotolog nos descubrió nuestro lado más egocéntrico, fotogénico y virtual, y no sabemos si debemos agradecérselo o reprochárselo, como escribe María Garrido en Vanity Fair: “¿Por qué se haría alguien una foto a sí mismo? Pues quizá porque está solo”, pero eso que lo medite cada uno en la soledad de su iPad. Sea como fuere, siempre lo recordaremos. Descansa en paz Fotolog.