Sun Wenlin es activista gay y tiene 24 años. Su ilusión era casarse con su novio, de 34. El pasado 16 de diciembre, después de que un funcionario local rechazara la tramitación de su enlace con el argumento de que “solo un hombre y una mujer pueden hacerlo”, se puso manos a la obra.
Sun acudió a la policía después de que su caso hiciese más ruido mediático del que esperaba. Sus esperanzas de obtener justicia aumentaban. En China, la homosexualidad sigue yendo de la mano de la ambigüedad, pese a las referencias que su cultura dinástica ha hecho al colectivo LGTB a lo largo de los siglos.
Pese a que los jueces tardarán seis meses en dar su veredicto final, se considera un paso histórico que el proceso se haya admitido a trámite. Las lagunas existentes en la legislación china con respecto al matrimonio permiten esta complejidad, ya que no especifican que solo puedan darse el ‘sí quiero’ parejas de diferente sexo. Y es que, el idioma mandarín, más o menos como el inglés, tiene sustantivos sin género. Esperemos a ver qué sucede.