No es la primera vez que se hace un experimento de este tipo. En lugares como Kiev o Moscú habíamos visto que una pareja gay que se muestra cariño en público sufre la homofobia generalizada de los viandantes. Esta vez nos trasladamos a Buenos Aires, la considerada capital gay de Sudamérica. Y puede decirse que el balance final es más positivo que negativo, aunque a alguno se le escapa un “puto” (que suena muy feo, pero vendría a ser el equivalente a “maricón” en España). Hay paseantes que vuelven la cabeza cuando se cruza con la pareja en cuestión, e incluso un tipo le tapa rápidamente la cara a su hijo por lo que pudiera pasar. Sin embargo, predomina una saludable indiferencia y se ven algunas emotivas muestras de respeto y solidaridad.