¿Sabías que según lo que comas puedes ser más o menos feliz? Parece una tontería pero hay ciertos alimentos que debido a su composición pueden ayudar a aumentar nuestra felicidad, por lo que son grandes aliados en los días grises de invierno. ¿Ya tienes lápiz y papel para apuntar?, pues da el paso y cambia tu alimentación para ser mucho más feliz.
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Por todos es sabido que el chocolate negro es la felicidad hecha tableta, y es que su alta concentración de antioxidantes ayuda a la relajación de los vasos sanguíneos, mejora la circulación corporal y te hace estar en las nubes, seguro que alguna vez lo has sentido, así que no olvides llevar siempre una chocolatina en la mochila.
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Las nueces deben convertirse en nuestro aperitivo diario por su poder antioxidante y saciante, además producen serotonina, que es un neurotransmisor que nos genera calma y felicidad. Otra ventaja es que nos caben en el bolsillo, por lo que no tienes excusa para llevarlas siempre encima.
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El yogur es muy necesario y a veces lo dejamos de lado, es un alimento probiótico, por lo que contiene microorganismos vivos que ejercen efectos fisiológicos y producen muchos beneficios. Además, los yogures bajos en lactosa, como los Kaiku Sin Lactosa, ayudan a una digestión más ligera y contienen unas sustancias necesarias para producir una reacción que no es muy conocida, la que nos hace sentir una menor sensibilidad ante la tristeza, y dar menos importancia a las cosas que nos preocupan. ¿A que no imaginabas que un yogur tuviese tanto poder?
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Las frutas son los alimentos más sanos por excelencia, y cómo no, también tienen conexión directa con la felicidad. Su consumo nos aporta energía, calma y aumenta nuestro buen humor, no solo tras su ingesta sino durante todo el día e incluso el siguiente, ¡así que a comprar mucha fruta!
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Y si quieres optar por el zumo, el de uva es rico en cromo, que trabaja directamente con los reguladores del estado de ánimo del cerebro.
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Los champiñones contienen selenio, un nutriente que no suele abundar en nuestras dietas y que cuando escasea suele provocarnos mal humor, por el contrario, en niveles adecuados mejoran nuestro estado de ánimo.