El calvario de un estudiante de Erasmus gay

Un estudiante gay de Erasmus. Y español. Suponemos que así habrá miles, con experiencias de todo tipo dependiendo del país europeo al que te destinen y según decidas hacer de visible tu sexualidad.

Eso sí, visto el repunte de agresiones homófobas que sufre Madrid desde que se ha iniciado este 2016, uno ya no sabe si de verdad se está mejor en casa. O todo lo contrario. Nuestros colegas de VICE entrevistaban a Eduardo, un joven que cursa estudios de Arquitectura y que pasó unos nueve meses en Riga, capital de Letonia:

“Allí son más o menos igual de homófobos que aquí, con todo el tema de tener o no tener pluma, que se te note o no que eres gay, meterla o que te la metan a ti”.

“Una madrugada en un McDonald’s, un tío me preguntó que si me gustaban las pollas y me puso cara de que me iba a moler todos los huesos si decía que sí, así que tuve que mentir. Es la única vez en muchos años que he tenido que hacerlo y me supo la boca a veneno, la verdad”.

“También hubo una vez que me metí en una pelea (sin homofobia de por medio) y cuando llegó la policía bastó con decirles que era gay y que me habían intentado pegar una paliza por ello para que dejaran de preguntar cosas y se fueran. Me vino bien en ese momento, pero la verdad es que es preocupante pensar que así es como responden las fuerzas del orden a este tipo de agresiones”.

“Durante el Europride de 2015, mucha peña abucheando desde fuera o incluso parándose por la calle para insultar a los que desfilábamos. Después del desfile leí que habían detenido a un hombre con un cóctel molotov preparado para nosotros”.

“No sé hasta qué punto sería justo hablar de Europa en general, pero supongo que la situación no es mala; después de todo, hay ciudades en las que ser gay es casi una ventaja. Hay pocos países en los que corras un peligro real por ser homosexual, aunque en algunos el ambiente de opresión me resultó bastante enfurecedor”.

Estas son algunas de las declaraciones de su testimonio, desgarrador y preocupante. Queda mucho trabajo por hacer y, lamentablemente, la homofobia aún forma parte de la decisión sobre dónde ir a cursar un año de carrera universitaria.