“A mí no me digáis nada, no quiero saber nada”. Estas fueron las palabras de un taxista de Málaga antes de arrancar su coche. Ángel había conseguido escapar de una emboscada homófoba perpetrada por cinco valientes pero continuaban propinando golpes a su amigo, con el que volvía a casa tras tomar algo en un bar. Desesperado, pidió ayuda a un taxista, que decidió dejar su vocación de servicio público para otro momento.
“Era un hombre calvo, mayorcete y con gafas. Si lo veo, sé que es él”, explica la víctima al portal LGTB Desviados, y lamenta no haber tenido la suficiente lucidez como para quedarse con el número de licencia. Todo ocurría la noche del pasado domingo en la Alameda Principal de la ciudad andaluza. El resultado: puñetazos, patadas e insultos que, al estar “aturdido por los golpes, no recuerdo exactamente las palabras. No quiero ser impreciso”.
Ángel regresó a por su amigo, momento en que el grupo homófobo huyó, y decidieron llamar a la policía: “Nos trataron muy bien. Mi amigo no lo necesitaba, pero yo sí tenía que ir al hospital y ellos me llevaron”. Los primeros que no saldrían corriendo.
Por si fuera poco, al amigo de nuestro protagonista le robaron el teléfono, aunque descartan que ese fuera el móvil, valga la redundancia: “Había clara intención de agredir. Cuando íbamos caminando por la Alameda nos los cruzamos primero de frente. Mi amigo se apartó para dejarles paso, pero uno de ellos chocó su hombro a propósito contra él. Luego nos buscaron y nos golpearon sin mediar palabra”. Una más y van…