La adicción al sexo es un trastorno que está creciendo en nuestra sociedad. Aunque el DSM-5 no lo ha reflejado aún dentro de los manuales de trastornos, se sabe que existe y que la manera de vivir más deprisa, la poca necesidad de conocer, la facilidad para quedar por las aplicaciones o la constante publicidad erótica son algunos de los factores que están llevando a este incremento.
¿Cómo saber si eres adicto al sexo? Algunos ítems para saber si sufres esta adicción son a través de un cuestionario donde te preguntan: si has perdido el trabajo o te ha influido en la vida laboral, si mientes constantemente para practicarlo, si te desconcentras pensando en él, si después de practicarlo has sentido vergüenza, si no puedes pasar varios días sin practicarlo, es decir, si lo necesitas, eres adicto al sexo.
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Este es el caso de Eduardo, un chico de 32 años que se dio cuenta de que tenía una adicción al sexo cuando en un club de alterne un chapero le dijo en broma “¿Tú no tienes casa? Que vienes el primero y te vas el último…”. En ese momento supo que tenía que parar. “Intenté controlarlo yo mismo, había días que lo conseguía y no tenía sexo con nadie, pero me masturbaba tanto en casa que me hacía heridas”, dice Eduardo.
Esta adicción es más difícil de curar que otras, porque no consiste en vivir sin él, como puede ser la adicción a la cocaína, sino en saber controlarlo, en tener la capacidad de disfrutar del sexo como un placer y no como una necesidad. Después de un año y medio en tratamiento, Eduardo no solo ha cambiado su forma de ver el sexo, sino que ha cambiado sus hábitos, su manera de relacionarse con las personas y su forma de controlar los impulsos.
Ha trabajado cuatro etapas distintas:
– Situación, intención y resolución; en esta primera etapa intentaba analizar los momentos en los que se producía esa intensificación de pensamientos obsesivos con el sexo, comprobar ante qué situaciones, como el aburrimiento, necesitaba masturbarse.
– Manejo de fantasías irracionales, tenía que analizar las fantasías sexuales que estaba teniendo para comprobar que no podían ser reales. “Iba a la consulta del médico y pensaba que íbamos a tener sexo oral en ese momento”.
– Límites, total prohibición de ver pornografía y, para no tener pensamientos al respecto, se eliminó Internet del móvil y del ordenador. Se prohibido ver series de televisión de contenido sexual elevado, como puede ser Adán y Eva.
– Autocontrol; una vez controlados los pensamientos y analizadas las situaciones, era momento de controlar los lugares y veces que practicaba sexo. Y como solo podía masturbarse un número de veces, cuando volvía a sentir la necesidad tenía que hacer otra actividad física, como correr, para que se le fueran las ganas.
Por tanto, se consiguió mantener un nivel de prácticas sexuales y de deseo. Pero no se trata solo de que la persona tenga una vida sexual satisfactoria y que pueda controlar; también necesita un incremento de su autoestima a través de una rutina y una red de apoyo.
Después de trabajar estos aspectos, Eduardo comentaba que pasó de masturbarse más de diez veces diarias a hacerlo una vez. “Antes era necesidad para poder dormir o tranquilizarme ante situaciones de agobio o aburrimiento, ahora es placer cuando alguna situación me produce excitación”.
Tiene claro que esta adicción le va a perseguir siempre, por ello sabe que va a seguir necesitando ayuda durante mucho tiempo, porque el hecho de poder hablar con ello de un profesional le sirve para no olvidar su problema de adicción y seguir marcando sus límites. También será importante, a la hora de empezar una relación de pareja, buscar un equilibrio afectivo-sexual. Habrá pues que tener cuidado para no hacernos adictos y saber encontrar el punto medio entre morder la manzana de Adán o hacer galletas en una residencia de monjas.