Primero un comentario homófobo, y luego un intento por enterrar un par de tópicos. Fran Rivera sorprendía hace unos días al reportero de Trencadís de 8TV con un “te doy la mano así… así, un poquito maricona”, en el inicio de una incómoda entrevista. Una vez concluida esta torpeza sin límites, le preguntaron por el conservadurismo en su gremio y la poca visibilidad que se le da a determinados colectivos. “Que yo sepa, no tiene nada que ver la orientación sexual con ponerse delante de un toro”, afirmaba, justo después de haber declarado que “sí, claro, hay toreros gays”. Nos hemos quedado un poco así, así…
Precisamente, porque el inicio de la conversación deja claro que los prejuicios están por encima de la normalización. En el mundo del toreo jamás hemos tenido una salida del armario que rompa con los tabúes que todavía existen en determinados mundos. ¿Por qué? “No tengo ni idea, no es algo que me pare a contar, la verdad. Habrá los que haya… no tengo ni idea. Pero al mundo del toro se puede dedicar cualquiera. Te vas al currículum familiar de los toreros y hay de todo”, continuaba Rivera intentando arreglar el desaguisado. No ha sido suficiente con este capotazo.