Las cuerdas
Algunos aman que los amarren y ser siervos del destino que les depara su pareja. Cintas adhesivas, corbatas o bandas de sujeción pueden ser factibles para el amarre, pero hay otros objetos tan simples, y a la vez tan románticos, como pueden ser las cuerdas. Un material que despierta las fantasías juveniles de ser capturados y amordazados por malvados y morbosos piratas.
Maquinillas de afeitar
Hay gente que afirma que donde hay pelo hay alegría, pero para otros la verdadera alegría es rasurar todo el vello corporal, tanto de uno mismo con el de los demás. Con el simple sonido de la maquinilla en plena acción pueden llegar a sentir un éxtasis de placer.
Armas de fuego
Como buen instrumento fálico, no es de extrañar que llegue a ser un fetiche para muchos. Jugar a ser secuestrado y tener sexo a punta de pistola puede llegar a ser extremadamente excitante. Eso sí, mejor que la pistola sea de mentira.
Enemas
Aparte de ser un instrumento ideal para la limpieza anal a la hora de tener sexo, también puede ser un aliciente sexual. Limpiarte a ti mismo o a tu pareja, orgasmo asegurado.
Los payasos
Sí, aunque parezca mentira pueden llegar a ser un fetiche. Coulrofilia lo han llamado en términos científicos. A partir de ahora, ya no verás con los mismos ojos a Krusty el Payaso.
Maniquíes
Quien dice maniquíes dice también muñecos/as, estatuas o cualquier otro objeto semejante a una figura humana. Lo gozarán demasiado a la hora de ir de compras, ¿no?
Heces
Este es uno de los fetiches más estigmatizados. Sus practicantes no suelen airearlo por miedo a ser juzgados como personas antihigiénicas, cuando necesariamente no tienen por qué serlo. Esta es una de las prácticas fetiches más arriesgadas. Hay que tener cuidado de no contraer ningún tipo de infección. Podéis ver el vídeo Two Girls, One Cup en Internet para haceros una idea.
Cuchillos
Al igual que las armas de fuego, los armas blancas pueden llegar a ser un estimulante sexual. Y hay que tratarlas con la misma precaución. El acero, frío y afilado, puede acelerar orgasmos en cuestión de un santiamén.
Sangre
Seguro que Bram Stoker ha tenido mucho que ver con la floración de este fetiche, o incluso Edward Cullen. Los vampiros y la pornografía siempre ha estados muy unidos. Bromas aparte, es un fetiche complicado de llevar a cabo y con el que es necesaria mucha precaución (cuidado con el VIH, Hepatitis C y otras infecciones). Normalmente ver sangre es síntoma de peligro, un peligro que muchos disfrutan.
Cicatrices
Característica icónica en nuestra cultura relacionada con el guerrero robusto, el cowboy maloliente o el soldado herido en el campo de batalla que ponen ‘on fire’ a más de uno. Hay personas que se llegan a hacer heridas a sí mismas solo por el disfrute de conservarlas en la piel.
Comida
No hay que confundirlo con comidas afrodisiacas como las ostras o el chocolate. Tiene que ver con cualquier tipo de alimento. Desde las acelgas que nos cocinamos hasta el queso mozzarella que añadimos a las pizzas. Además, se manifiesta sin la necesidad de comerlos.
Axilas
Para estos fetichistas, el desodorante sobra… Tocar, oler o incluso lamer axilas sudadas o poca aseadas puede llegar a ser un placer para algunas personas. Un derroche de testorena que les pone a mil.
Ropa usada
Aquí, si no tienes lavadora, mucho mejor: una buena vuelta a los calzoncillos y listo.
Cabeza rapada
Ver a un chico con la cabeza rapada nos lleva en muchas ocasiones –tal vez inconscientemente– a imaginarnos a un skinhead. El perfecto dominante que pueda hacer realidad las fantasías menos cívicas.
Osos de peluche
La próxima vez que dejes tu osito de peluche a un amigo, asegúrate que en la parte de atrás no tiene un agujero desgarrado. Probablemente sienta atracción por los juguetes afelpados.