Gabriel J. Martín: “No se puede dejar de ser gay”

“No hay un gay que no le vaya a sacar partido al libro”, explica Gabriel J. Martín. Su Quiérete mucho maricón (Roca Editorial) es mucho más que un manual de autoayuda. Empezando por su impactante título, una frase que usa habitualmente el autor, recorremos las entrañas de la psicología afirmativa gay y, de paso, desenterramos más […]

29 marzo, 2016
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Gabriel J. Martín: “No se puede dejar de ser gay”

“No hay un gay que no le vaya a sacar partido al libro”, explica Gabriel J. Martín. Su Quiérete mucho maricón (Roca Editorial) es mucho más que un manual de autoayuda. Empezando por su impactante título, una frase que usa habitualmente el autor, recorremos las entrañas de la psicología afirmativa gay y, de paso, desenterramos más de un absurdo tópico.

SHANGAY ⇒ El título del libro es, como mínimo, impactante. ¿Qué has pretendido al enfatizar el término ‘maricón’?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Ese es el ‘efecto hetero’ [risas]. A la gente que más le llama la atención el título es al público heterosexual. Los gays lo usamos como una marca de complicidad, pero el heterosexual, al no haber vivido la experiencia dentro del contexto gay, se ha sorprendido un poco. Además, no me lo esperaba para nada… El título tiene su historia. Llevo escribiendo artículos en diferentes medios desde 2010, y al ser un gay que escribe para otros gays, usaba como despedida ese “Quiérete mucho, maricón”. Simulando una conversación entre amigos, siempre en relación a ser asertivo, ser uno mismo, creo que el término ‘maricón’ ayudaba a remarcar ese vínculo entre el lector y yo.

SHANGAY ⇒ ¿Crees que el colectivo gay tiene un problema de autoestima o es injusto generalizar?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Como comunidad y conjunto amplio, no.  Sí que me encuentro con mucha frecuencia problemas de homofobia interiorizada como consecuencia de un estrés postraumático tras haber recibido bullying. Si un chico ha estado recibiendo toda su vida mensajes de que es un enfermo, va a tener la autoestima por los suelos, quieras o no.

SHANGAY ⇒ Te hemos leído más de una vez que “todo gay tiene dentro un homófobo”. Te dejamos que te expliques para evitar malinterpretaciones…

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Voy más allá.  La homofobia es la justificación de la discriminación hacia un grupo de personas, basada sobre todo, en explicar que esas personas son inferiores a los demás. Por esa razón tienen limitado el acceso a determinados derechos. Hay un metamensaje de justificación por debajo que impide que te expreses libremente de la mano con tu novio por la calle, porque queda feo, eres maricón y lo tuyo es una enfermedad. Y claro, ese “tú mereces menos, tú estás por debajo de, no eres tan bueno como o tienes algún tipo de defecto”, queda. Y piensa que vamos interiorizando esos mensajes desde pequeños…


“Por ser gay no vas a follar más”


SHANGAY ⇒ Supongo que el miedo es otro factor a tener muy en cuenta. ¿Cómo se gestiona para intentar paliarlo?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Esa es la otra secuela derivada del bullying homófobo. Aquí entramos en los trastornos de tipo emocional. Personas con problemas de ansiedad que en nuestra comunidad se comportan de forma curiosa: para aliviarse usan el sexo. Es muy fácil encontrarse con personas que llegan a consulta y explican que tienen adicción al sexo, pero lo que sucede es que tienen compulsión sexual, porque a través del sexo gestionan esa ansiedad que traen como estrés postraumático. Empiezas a rascar y empiezas a ver que como característica peculiar de la comunidad gay se da este fenómeno.

SHANGAY ⇒ Ello nos lleva directamente a enterrar uno de los tópicos que se asocian al gay: la promiscuidad.

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Me da mucha pena cargarme el mito. Pero lo que dicen los estudios de amplias encuestas es que un 75% de los gays tenemos menos de diez parejas sexuales al año. Así que eso cualquier hetero lo supera (risas). Sin embargo, sí que hay homosexuales en núcleos urbanos grandes que, gracias a herramientas como Grindr o a las saunas, tienen mayor actividad sexual. Pero es un porcentaje muy bajo. Así que por ser gay no vas a follar más.

SHANGAY ⇒ 2016 está siendo un año negro si hablamamos de agresiones homófoboas. Sin embargo, el dato escalofriante también resulta esperanzador para las asociaciones LGTB porque parece que se empieza a perder el miedo a denunciarlas. ¿Estás de acuerdo en el análisis?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Sobre todo en Madrid, no sé qué pasa. Estoy de acuerdo en el análisis porque cuando empiezas a crear medidas, de repente parece que hay un repunte, y no.  También ocurre que se visibiliza una realidad que antes pasaba desapercibida. Habrá que entender por qué jóvenes, muchos de ellos menores de edad, pertenecientes a grupos neonazis agreden a homosexuales y transexuales para sentirse realizados. Igual que le pega al inmigrante, ya que hablamos de violencia contra los demás. Y es que no es frecuente encontrarte a alguien que sea puramente homófobo, aunque también los hay. Yo les llamo ‘todófobos’, odian a todos aquellos que no entren en sus esquemas mentales básicos. Por supuesto, es bueno que se empiece a denunciar, a perder el miedo y a no conformarse. Si te han agredido, estás en tu derecho de denunciar.

SHANGAY ⇒ El hombre gay, ¿nace o se hace?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Absolutamente, nacemos. La homosexualidad contraviene todas las leyes del aprendizaje, y me explico. La conducta podría ser innata o adquirida. Si fuera del segundo tipo, podría adquirir sus leyes. Por ejemplo, en la ley del reforzamiento, las conductas que reciben premios se afianzan y las que reciben castigos se extinguen. Sin embargo, por más que se discrimina la homosexualidad, no desaparece, y sigue afianzada aunque no reciba ningún premio. Y luego está el modelo: tú necesitas un modelo para aprender una conducta, y todo el mundo tiene en su casa un modelo heterosexual. Y además, en las familias homoparentales, los niños son heterosexuales en el mismo porcentaje que en el resto de familias.

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Gabriel J. Martín: “No se puede dejar de ser gay”

SHANGAY ⇒ Por lo tanto, no se puede dejar de ser homosexual, ¿verdad? Y eso que más de uno va diciendo por ahí que es algo que tiene cura…

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Otra ley que contraviene la homosexualidad es la que dice que toda conducta aprendida se puede desaprender: nadie puede dejar de ser homosexual… Ninguna organización científica admite esos planteamientos. Y a los que lo dicen, las asociaciones profesionales les retiran la licencia que les impide ejercer la práctica de la psicología, porque lo que dicen va contra el consenso científico profesional.

SHANGAY ⇒ ¿Qué sentimiento te produce ese supuesto heterosexual que se arrepiente de haber sido gay y dice haberse curado?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Sabes que es una persona que sufre mucho porque se niega a sí mismo. No puedes dejar de ser homosexual, porque además lo único que haces es obligarte a casarte con una mujer, pero sobre tus sentimientos sigues sin poder mandar. De la misma forma, existen los grupos de ex ex gays: el gay que no se acepta y hace una vida de heterosexual renunciando a su ser y luego se da cuenta de que esto es una chorrada como un camión y entonces, vuelve a decir que es homosexual. Es todo muy pintoresco… Pero la respuesta final es que no se puede dejar de ser gay.

SHANGAY ⇒ Últimamente parece estar de moda entre los heterosexuales admitir que tienen un porcentaje gay. ¿Otra chorrada?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ No. Tiene un fundamento científico. Desde la escala de Kinsey (creada en 1948) sabemos que la orientación sexual no era una cuestión dicotómica. En un polo se sitúa la gente que es exclusivamente heterosexual y en el otro la que es exclusivamente homosexual. Y entre esos dos puntos, distinguimos 5 regiones. Que por cierto, el 100% heterosexual no tiene por qué ser homófobo (risas).


“Lamentablemente, hay mucha fobia a los gays con pluma dentro de nuestra comunidad”


SHANGAY ⇒ ¿Cuáles son los pasos a seguir para que la salida del armario sea lo menos traumática posible?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Es fundamental plantearnos que la persona tenga clarísimo que es homosexual. Después, es lógico que quiera que le traten como lo que es y compartir su intimidad con otras personas muy cercanas. Y luego ya entramos en el grado de intimidad. Yo suelo preguntar en consulta lo siguiente: si te casaras, ¿a quién llevarías la invitación en mano y a quién se la enviarías por correo? Los primeros son los que te importan lo suficiente como para sentarte y decirles “quiero que sepas que soy gay”. Hay que ser muy asertivo, hablar con claridad y estar preparado para responder todo tipo preguntas. Y si te encuentras una reacción negativa, tener claro que son ellos los que están equivocados.

SHANGAY ⇒ ¿Crees en la bisexualidad? ¿ Son bisexuales los hombres casados que son infieles a sus mujeres con otros hombres?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Obviamente, sí. No hacen daño a nadie y se enamoran tanto de hombres como de mujeres. Otra osa es el hombre gay que hace doble vida que se llama a sí mismo bisexual para sentirse mejor en el engaño. Son dos cosas diferentes. La diferencia es que un bisexual sale y mira tanto chicos como chicas, y un gay de este tipo se ha casado con una señora y solo tiene ojos para otros hombres con los que se quiere acostar.

SHANGAY ⇒ Más allá del término ‘maricón’, ¿por qué la pluma también levanta suspicacias dentro del colectivo gay?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Lamentablemente, hay mucha fobia a los gays con pluma dentro de nuestra comunidad. De hecho, es una marca clara de homofobia interiorizada y se parece mucho a la homosexualidad. Nadie elige tener pluma, y mucha gente habría querido no tener tanta pluma para que no le pegaran en el colegio. Y encima los hay que te discriminan. Me parece terrible que nosotros mismos no seamos capaces de dejar de discriminar a los demás por que tengan unas determinadas características.

SHANGAY ⇒ Para concluir, y a modo de intriga personal. ¿Qué ocurre en el mundo del deporte para que haya esa ausencia de visibilidad LGTB?

GABRIEL J. MARTÍN ⇒ Volvemos al machismo. El deporte vende unos valores de masculinidad, y el problema es que se sigue asociando la homosexualidad a lo femenino, a la debilidad, a la poca agilidad, etc. El problema es que los valores de la competición no se ven compatibles con la idea de homosexualidad. De todas formas, igual que en otros espacios hemos conseguido visibilidad, en el deporte ocurrirá igual. Puede que tarde una década, pero yo creo que se conseguirá.

 

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