El 1 de abril la policía española dio el alto a un varón de 43 años de edad, procedente de Costa Rica, en el aeropuerto Madrid-Barajas. Un exagerado bulto en su entrepierna hizo sospechar de si el dotado caballero cargaba material peligroso dentro de su ropa interior. El diestro ojo de la autoridad no se equivocaba. Un cacheo rutinario fue suficiente para sacar a la luz la verdad: el detenido no había sido tocado por la caprichosa varita mágica de la genética, sino que escondía un recipiente de plástico con 400 gramos de cocaína en su interior.
Nuestro adorado –y gayfriendly– equipo de community managers de la Policía Nacional no dudaba en hacer un juego de palabras con el suceso. Sin embargo, la temeridad le podría suponer al detenido, que ya ha sido puesto en disposición de la autoridad judicial, una pena de entre 6 meses y 3 años de cárcel por delinquir contra la salud pública.