La alfombra roja más mediática de todas volvía anoche a su cita anual con el Museo Metropolitano de Nueva York. La conocida cita es organizada desde el año 1995 ni más ni menos que por Anna Wintour, mandamás de la moda mundial y editora de la revista Vogue. La finalidad de este evento benéfico es recaudar dinero para los fondos anuales del museo neoyorkino, pero tan alto es el estatus de sus invitados que el público ha obviado este dato y se ha quedado con el desfile inagotable de estrellas que hay en su alfombra roja. Una galería de sueños, dinero, alta costura y famosos que bien podría ser un fiel reflejo del mítico sueño americano.
La popularidad de esta gala, que aumenta año tras año, tocaba techo en su edición pasada –de temática oriental– con la aparición de Rihanna y su vestido amarillo; la red se llenaba de memes comparando el diseño con todo tipo de comidas y la cita se convertía en un fenómeno social y viral. Una jugada más que redonda de Wintour. Este año, el dress code de la gala giraba en torno a la tecnología, pero en la esperada alfombra roja hemos visto de todo menos diseños futuristas. Ni rastro de vida extraterrestre traída de otros planetas, ni tampoco robots y androides.
¿Hubo algún acierto en la alfombra roja? ¡Pasa página y descúbrelo!
Si no nos llegan a desvelar la temática de la gala, nadie la hubiese podido adivinar viendo las propuestas tan aleatorias de los invitados. Ni la propia Wintour o la esperada Sarah Jessica Parker se atrevieron con un diseño acorde al dress code. ¿De qué jardín ha salido Blake Lively?
Hubo torpes intentos de cumplir con la temática, pero la mayoría de ellos acabaron en propuestas desaliñadas e incluso de mal gusto; aún no sabemos cómo calificar lo de Selena Gomez o Demi Lovato. Más de una confundió lo futurista con enfundarse en un traje de lentejuelas plateadas, y lo cierto es que se podrían haber presentado vestidos realmente impresionantes. Un claro ejemplo de ello fue Lady Gaga, a la cual le hubiese bastado con recuperar algo de la esencia de sus comienzos para sorprender. ¿Os la imagináis metida en aquellas esferas metálicas con las que cerraba los conciertos de su primera gira mundial? Aquello si era algo de otro planeta.
Pero no todo fueron errores. Aunque fuesen los menos, sí que hubo invitados que a punto estuvieron de llegar en un DeLorean. Entre los pocos aciertos nos encontramos con la siempre elegante Emma Watson, que arriesgó y presentó un look vanguardista a la par que clásico fabricado a partir de botellas recicladas. Aunque la palma se la lleva la actriz Claire Danes, que sorprendiendo a todos con un vestido de corte princesa que brillaba en la oscuridad.
Con este balance tan desaliñado, las diferencias entre la alfombra roja de cualquier entrega de premios y la de la gala MET parecen ser nulas. Mientras esperamos que el año que viene Wintour haga cumplir la temática elegida a todos sus invitados y recuperar con ello la esencia más conocida de la gala, no nos queda otra que divertirnos viendo la exuberante y ajustada propuesta de Beyoncé o el atrevido modelito de Madonna.
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