Imán, musulmán y defensor de los derechos LGTB

Hemos visto en varias ocasiones cómo sacerdotes de la Iglesia católica han sido apartados y alejados de las instituciones eclesiásticas por reconocer que son homosexuales. Esta vez la historia se repite, pero dentro de un credo diferente: el Islam. “Hijo del infierno”. Así es como llaman algunos miembros del ala más conservadora de la religión islámica […]

4 mayo, 2016
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Imán, musulmán y defensor de los derechos LGTB

Hemos visto en varias ocasiones cómo sacerdotes de la Iglesia católica han sido apartados y alejados de las instituciones eclesiásticas por reconocer que son homosexuales. Esta vez la historia se repite, pero dentro de un credo diferente: el Islam.

“Hijo del infierno”. Así es como llaman algunos miembros del ala más conservadora de la religión islámica al imán franco-argelino Ludovic-Mohamed Zahed. ¿Su delito? Ser homosexual y haberlo expresado libremente.

Compaginar su condición sexual y su creencia religiosa le ha llevado inevitablemente a una lucha contra el sector más radical y homófobo de la religión musulmana desde los 21 años, momento en el que hizo pública su sexualidad. “Mi padre me dijo que era algo que sospechaba desde hacía tiempo. Mi madre necesitó mucho tiempo para entender que lo mío no es una perversión ni un desequilibrio. Al final, me dijo que aceptaría a mi marido si un día me casase, y así fue”.

Imán, musulmán y defensor de los derechos LGTB

El imán lucha para que no se malinterpreten los versículos del Corán, de los que se han apropiado intolerantes que apoyan la violencia y la persecución hacia las personas homosexuales. “El llamado deber de matar a los homosexuales y transexuales es una mentira, fue inventado por aquellos que representan unas ideas muy dogmáticas y extremistas. El Islam es una religión de respeto y tolerancia. El profeta Mahoma recibió en su casa a hombres afeminados, sin deseo hacia las mujeres”, sentencia el religioso mientras dictamina que, “lo que el Corán condena son las prácticas sexuales violentas, paganas, de dominación de los demás o inhumanas, como la violación, pero el libro sagrado del Islam no hace mención a la homosexualidad y ni de lejos dice eso que muchos afirman: si encuentras a dos personas del mismo sexo manteniendo relaciones, mata a activos y pasivos”.

En cuanto al matrimonio, lo tiene muy claro. “Hoy en día casaría homosexuales, sin duda alguna”, algo que ya hizo en Estocolmo cuando unió en matrimonio a dos mujeres iraníes. “Esa boda fue realmente una bendición. Es una gran historia y para mí era la pareja perfecta unida por un imán”.

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La situación de Zahed no es individual ni personal. Miles de musulmanes homosexuales viven a menudo un calvario en sus respectivos entornos sociales, no solo por las amenazas tanto verbales como físicas con las que tienen que lidiar día tras día, sino también por el propio castigo que se autoimponen debido a la presión social a la que están expuestos. “Vienen de sociedades inestables, donde son víctimas de la hostilidad islamista, al igual que las mujeres o las minorías étnicas”, explica.

Pone como ejemplo a los 3.500 musulmanes homosexuales que se hallan en la actualidad en Berlín. Muchos de ellos refugiados que no solo huyen de las bombas físicas de la guerra sino también de unas bombas dogmáticas y cargadas de intolerancia que son igual de dañinas. La islamofobia y la homofobia, dos caras de la misma moneda, dos luchas que el imán está dispuesto a ganar. “Desde su infancia, son educados y se les inculca la idea de que la homosexualidad está prohibida por el Islam, pero Alá no dice nada contra nosotros en el Corán”.

Ludovic imparte cursos denominados Descontruyendo la homosexualidad, con el afán de lograr que muchos de estos refugiados o musulmanes homosexuales puedan vivir sus sentimientos religiosos y afectivos de una forma sana y saludable, sin autocastigos ni miedos.

El imán está en el punto de mira de muchos religiosos radicales desde que en el año 2012 abriese la primera mezquita inclusiva de París, donde son bienvenidos todos los musulmanes independientemente de la orientación sexual, del género, etnia o clase social. Hombres y mujeres rezan al unísono, incluso si estas últimas no visten el velo. “Hay quien intenta imponer una representación dogmática y totalitaria de nuestra tradición, pero somos un movimiento internacional cada vez más organizado, y estamos asociándonos con otra gente y fomentando la creación de mezquitas inclusivas e igualitarias en países de todo el mundo”.

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Una mezquita que rompe con la gestión tradicional que llevan a cabo muchos fundamentalistas, en donde los homosexuales no son bienvenidos y mujeres y hombres rezan por separado.

Ludovic, antropólogo y teólogo de carrera, también tiene otra lucha interna. “A los 19 años, mi pareja de entonces, poco honesta, me contagió el VIH. Nadie es culpable por ser seropositivo, y no es un castigo como algunos dicen por la perversión”. Si la serofobia sigue extendida en los sectores más progresistas de una sociedad, este tipo de discriminación aumenta en los más conservadores. “Hay muchísimas personas infectadas con el sida, pero hay que ser honesto en la relación y contarlo. Cuando miro atrás, me doy cuenta de todo lo que aprendí de aquella historia”.

Después de una época de crisis en su vida, en la cual dejó la práctica religiosa apartada durante un tiempo, volvió a abrazar el Islam pero desde una perspectiva diferente a la tradicional, donde la discriminación y la sinrazón que vivió durante años no tuvieran cabida en su forma de ver y practicar su creencia. Es por ello que ver las imágenes de jóvenes siendo arrojados por miembros del autoproclamado Estado Islámico desde lo alto de los edificios por el simple hecho de ser homosexuales son las que más dolor suscitan a Zahed.

Hace hincapié en que la religión islámica prohíbe claramente el terrorismo y define a esta como una religión de paz, todo lo contrario a lo que prodigan los terroristas islamistas. Nuestro protagonista se siente muy orgulloso del camino que ha emprendido, tanto individual como colectivamente, y declara que no va a permitir que el fascismo intelectual ni el terrorismo acaben con los logros conseguidos.

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