Te miras al espejo y no te gusta lo que ves. Todos lo hemos experimentado en un momento u otro. Francesc Gascó, un biólogo que se doctoró en paleontología y cuya gran pasión son los dinosaurios –“era el típico niño que siempre tenía muñecos de dinosaurios, y sigo siendo así”– llegó a un punto en que no podía soportar más esa sensación.
Fue en 2012, tenía 28 años. “Lo había intentado en varias ocasiones: empiezas a correr pero lo dejas a las pocas semanas, te planteas una dieta estricta y la abandonas en cuanto el cuerpo te lo pide…”. No niega que su principal motivación era principalmente estética. “Había incluso perdido el interés por arreglarme y no sabía cómo cuidarme”.
Tocó fondo y se vino arriba. “Decidí que iba a ponerme en forma, pero iba a intentar disfrutar con ello. Por eso busqué entrenamientos que me pudiesen motivar y me puse a inventar platos en la cocina. Básicamente, me alejé de todo lo que escuchaba en las típicas charlas de vestuario; me fui creando mi propio método, basado en ir probando y eligiendo aquello que sabía que podía llevar a cabo a largo plazo”.
“No tengo ningún problema en quitarme la camiseta, cuando antes me costaba una barbaridad”
Asegura que no tiene una voluntad de hierro, aunque lo parezca (“por eso creo que no hay que verse forzado por una dieta que nos imponen, al menos yo no”), y tampoco pretende sentar cátedra, aunque es consciente de que mucha gente sigue sus consejos religiosamente. Pero enseguida comprobó que compartir públicamente sus esfuerzos, sacrificios y evolución empezaba a tener una gran repercusión. “Como tanta gente, decidí contar en la redes que me estaba intentando poner en forma. Exponerme me ayudó”.
Mostraba su evolución en sus redes y en el foro de la revista Men’s Health, de la que era lector desde hacía muchos años, aunque confiesa que apenas seguía sus consejos… hasta que se lo tomó en serio. “Empecé haciendo mucho ejercicio aeróbico para quemar grasa y trabajando con pesas para ganar volumen muscular. Hasta que descubrí los entrenamientos funcionales, las carreras de obstáculos tipo spartan race y el crossfit, y me di cuenta de que así entrenar era mucho más divertido”.
Al año y medio, asegura que su cambio era muy perceptible, había perdido mucha grasa y ganado masa muscular. Jaleado por amigos, se presentó al concurso para ser chico de portada de Men’s Health. “Una vez más, cayó simpática mi historia y congenié con el equipo”. No ganó, pero pronto empezó a colaborar con ellos con su propio blog de recetas, y recientemente fue uno de los lectores escogidos para aparecer en portada.
“Momentos de bajón y frustración los tengo, pero hay que saber tirar hacia adelante”
El director de Men’s Health le comentó que una editorial estaba interesada en que escribiera un libro a partir de sus experiencias. “Están apostando mucho por contenidos que provienen del mundo de las redes, porque funcionan muy bien las propuestas de youtubers y bloggers, y me lancé”. Algunas de las recetas de su blog las recupera en su libro. “Hay que saber bien qué comemos y hacerlo con cabeza. Y en la parte que he dedicado a la alimentación saco al divulgador científico que llevo dentro”.
También habla, obviamente, de cómo entrena para estar como está, y ha reservado una última parte para hablar de otro ingrediente crucial en su cambio: la motivación. “Momentos de bajón y frustración los tengo, y los expongo sin problema. Pero hay que saber tirar hacia adelante. Ha sido la parte que más he disfrutado escribiendo, porque en ella es en la que más claramente expongo lo que pasa por mi cabeza”.
Su vida ha cambiado en todos los sentidos. Ahora investiga principalmente en su tiempo libre (“porque desde que se terminó mi beca de investigación ya no se me remunera ese trabajo, aunque sigue siendo mi gran pasión”), se formó como monitor de actividades de gimnasio, y ahora mismo es el deporte y su historia lo que más rendimiento le da todos los niveles. Y cuando la ocasión lo requiere, posa sin camiseta. Lo disfruta además. “Me he dado cuenta de que ponerme delante de una cámara me relaja, es un momento zen”, confiesa. “No tengo ningún problema en quitármela, cuando antes me costaba una barbaridad hacerlo en público. Lo que sí intento ahora, incluso cuando me hago fotos descamisado y estoy claramente luciendo torso, es acompañar las fotos con un mensaje de superación personal. No me gustaría que la gente se quedara solo con lo estético y lo superficial”.
EL LIBRO NO HAY EXCUSAS DE FRANCESC GASCÓ ESTÁ EDITADO POR LIBROS CÚPULA.