
El padre de un joven fallecido en los atentados de la discoteca Pulse en Orlando se ha negado a reconocer y reclamar el cuerpo de su hijo porque era gay. Los dos eran originarios de Puerto Rico, y como el padre se sentía avergonzado de la orientación sexual de su hijo, no ha querido hacerse cargo de sus restos mortales. Todas las otras víctimas fueron identificadas y reconocidas por sus familiares a las 72 horas de los terribles acontecimientos. Nos encontramos de nuevo con un caso de ignorancia y odio que sorprende por la relación familiar de sus protagonistas, que debería prevalecer sobre cualquier otro aspecto.

