Camisa COS
Pantalón ELEVEN PARIS
Chaqueta EMPORIO ARMANI
Transmite una serenidad contagiosa. Nos encontramos con el actor argentino en el madrileño hotel Urso y nos recibe con una amplia sonrisa, con ganas de charlar. Y es que lleva unas horas promocionando su nuevo estreno cinematográfico, Al final del túnel, de un modo que a él le resulta, incluso hoy, muy curioso: posando cual modelo profesional. “Es raro, en Argentina no estamos acostumbrados, es más una onda de aquí”. Cuenta que en los años en que se estableció en España, a principios de los 00, sí se convirtió en algo que vivía con más naturalidad, pero como lleva ya ocho instalado de nuevo en su Argentina natal, ha perdido esa costumbre cuando llega la hora de presentar un nuevo trabajo. Cualquiera lo diría viéndole posar. “Creo que esto los actores más jovenes lo hacen mucho mejor que yo”, afirma, esta vez con una media sonrisa. “En Argentina es más habitual acompañar una entrevista con fotos casuales en la calle. Y si incluye algún cambio, la ropa te la llevas tú. Son reportajes más documentales”.
En ningún momento da la sensación de que hable con resignación, porque es evidente que profesionalidad le sobra, también para posar. Y reportajes como este también le sirven para aprender. “Porque me gusta la moda”, asegura, “como también me gusta verme con la ropa que me ponen para sesiones así. No eres tan tú, juegas a modelar”. Y no siempre se ve tan suelto como en esta ocasión. “Hice una vez un reportaje con una modelo vasca guapísima, y me impresionó la cantidad de caras que era capaz de poner en cuestión de diez segundos. En todas salía estupenda, y yo, en todas con la misma expresión”. Se ríe al recordarlo y en un microsegundo recupera su tranquilidad innata. “Lo nuestro es la actuación, damos prioridad al movimiento interno frente al gestual. Los modelos se estudian cómo salir guapos siempre”. Leonardo sabe que no siempre puede salir guapo en sus películas, aunque él lo sea. “Muchas veces te afeas, te embruteces. En las últimas películas que he rodado aparezco muy cambiado en todas. Así que en estos reportajes sí quieres salir guapo… Normal, ¿no?”.
Hace casi veinte años que encarnó a un ‘rengo’ –como se autodenominan los discapacitados en Argentina– en un proyecto televisivo. Ahora vuelve a dar vida a uno en el thriller Al final del túnel, dirigido por Rodrigo Grande, y en el que le acompañan Clara Lago, Pablo Echarri y Federico Luppi. Sbaraglia encarna a Joaquín, un hombre en silla de ruedas que descubre trabajando en su sótano que unos ladrones están construyendo un túnel por debajo de su casa para robar un banco cercano. Y se propone abortar su plan. “Trabajé con personas que están en silla de ruedas para preparar el personaje. Y todos me decían que no son parapléjicos o discapacitados, que no les gustan esos adjetivos. Sí, tienen una discapacidad, una lesión, pero no quieren que se les encierre en una definición. Y es algo que me esfuerzo por transmitir”. Está muy agradecido a quienes le dieron clases y le abrieron su intimidad para que Sbaraglia pudiese insuflar vida a su personaje, y cuando llegó la hora de estrenar en Argentina, no era de los críticos de los que tenía miedo. “Estaba muy nervioso por la reacción de esas personas con discapacidad que me ayudaron, me importaba que el trabajo reflejase cierta realidad, aunque sea una película de género”.
La vocación claramente comercial de un proyecto como Al final del túnel no influyó en él a la hora de decidirse a protagonizarla. “Solo diferencio entre películas buenas y malas. Uno solo quiere hacer las buenas, que pueden ser de género o de autor, gracias a la impronta del director o a un gran personaje”, explica. “En este caso sentía que había un guion muy bien escrito, con un mecanismo de relojería muy preciso, y un personaje con un gran potencial. Si están bien escritos, siempre es más fácil interpretarlos”. También ha dado vida a algunos que estaban mal escritos, lo reconoce, aunque sin entrar en detalles, porque además de tranquilo, es muy discreto. Confiesa lo duro que es salir airoso de un reto así. “Te lo tienes que inventar todo y luchas cada día del rodaje para darle una lógica y una verdad”. Pero es algo que ahora mismo le pilla lejos, tal y como también reconoce. “En este momento de mi carrera trato de elegir solo entre las que están bien escritas, tengo ese privilegio”.
Camisa ORIGINAL PENGUIN
Reloj HUGO BOSS
Un privilegio que se ha ganado gracias a tres décadas de entrega a la interpretación, con cincuenta películas en su currículum y también una amplia trayectoria en televisión y teatro, medio en el que continúa también muy activo. Su ‘etapa española’ arrancó en 2001 con Intacto, de Juan Carlos Fresnadillo, y después llegarían Deseo (2002), de Gerardo Vera, Carmen (2003), de Vicente Aranda, Salvador (2005), de Manuel Huerga, o El rey de la montaña (2007), de Gonzalo López-Gallego. Un ciclo muy fructífero que le convirtió en un rostro habitual en nuestro cine, aunque no dejó de trabajar en su país.
Un nombre clave en su vida profesional, sobre todo en su ‘primera etapa argentina’, ha sido Marcelo Piñeyro, con el que ha trabajado en cinco películas, entre ellas, Caballos salvajes (1995), Las viudas de los jueves (2009) y, por supuesto, Plata quemada (2001), un título muy especial para él, además de una película de culto para el público LGTB. “En España la acogida fue impresionante, mucho más que en Argentina”, cuenta. Es una película que le trae muy buenos recuerdos, por muchos motivos. No solo por el éxito que tuvo, también porque supuso que se animara a afincarse durante una larga temporada en España. “Recuerdo muy bien aquel momento. Fue la primera vez que sentí como actor que podía realmente transformarme en otro. Y no me refiero a la relación homosexual [que vivía su personaje con el de Eduardo Noriega]. Para mí era lo más fácil, porque la película hablaba de amor, y era algo que podía comprender perfectamente. Pero tenía que mostrar la transformación tan bestial de mi personaje, entrar en su cabeza”.
“Utilizo la interpretación como herramienta expresiva de mi propia búsqueda”
Basada en una novela de Ricardo Piglia, Plata quemada cuenta la relación –criminal y sentimental– de dos delincuentes, Franco ‘El Nene’ Brignone (Sbaraglia) y Marcos ‘El Gaucho’ Dorda (Noriega), y rápidamente se convirtió en un título de culto. “Cuando se estrenó, en España estaban ya mucho más avanzados en los ‘derechos del deseo’. En Argentina esperaban una película de machos gángsters, fue vista con bastante prejuicio”. Y revela que en países como Estados Unidos y Francia la recepción también fue muy cálida. De hecho, el cine francés le tentó en varias ocasiones a raíz de ese estreno, aunque no llegó a materializarse ningún proyecto.
La entrevista continúa, pasa página
Traje ROVERTO VERINO
Camisa FAY
Reloj EMPORIO ARMANI
Cuando Leonardo presentó Plata quemada en nuestro país, fue el primero que se sorprendió, gratamente, por la apertura que sintió. “Me llamaba mucho la atención ver a dos mujeres, o a dos hombres, de la mano o besándose en la calle. Nunca lo había visto, prácticamente, desde luego no en Argentina”. Aunque asegura que su país ha evolucionado mucho desde entonces. “Es una sociedad mucho más libre ahora”.
Su relación con España fue desde ese momento muy especial, hasta el punto de que se convirtió en su país de residencia. Aquí nació su hija, que ahora tiene diez años, en 2006. Dos años después, y tras casi una década viviendo aquí, decidió que era el momento de regresar a Argentina. “Tenía ganas de vivir su crianza allí. Cuando llegó el momento de tener que elegir la guardería y todo eso, tuvimos que pensar en un futuro a largo plazo, y pegamos la vuelta”. Aunque Sbaraglia fantasea ahora de nuevo con pasar temporadas largas en España. “Me encantaría vivir una nueva etapa aquí”, confiesa. “Cada vez que vuelvo me siento muy bien, como en casa”.
“En este momento de mi carrera elijo solo entre películas que están bien escritas, tengo ese privilegio”
El enorme éxito mundial de Relatos salvajes (2014), de Damián Szifron, ha contribuido a reforzar de un modo incontestable su popularidad en Argentina. “Fue como un comeback para todos los actores que trabajamos en ella, porque fue una película que se salió de los estándares completamente. Si bien no había parado de trabajar desde que regresé, lo de Relatos fue muy contundente”. Gracias a su impacto global, Sbaraglia vive otro momento dorado en su carrera. “De repente, gente que no me conocía me descubrió. Chicos de doce años que vieron la película y me vieron por primera vez”, se ríe al verbalizarlo. “Se ha renovado mi público, sí. Porque muchísima gente se ha identificado con lo que muestra esa película, con todas esas situaciones de mierda, de inhumanidad y brutalidad por las que todo el mundo pasa”.
Traje HUGO BOSS
Camisa ADOLFO DOMÍNGUEZ
Cinturón FORECAST
Zapatos JIMMY CHOO
Reloj HUGO BOSS
Da la sensación de que ahora está también físicamente más fuerte y es, entre otras cosas, por la herencia del rodaje de Sangre en la boca, película de Hernán Belón pendiente de estreno, en la que interpreta a un boxeador. “Nunca me imaginé que pudiera dar vida a uno”, confiesa. “No tengo cara ni cuerpo de boxeador, me tuve que transformar en uno con mucho trabajo”. No solo de observación y estudio, también físico, lógicamente. “Fueron cinco meses de entrenamiento muy intensos”, recuerda. “Lo he retomado recientemente, porque es un tipo de entrenamiento muy completo y saludable”. Confiesa que llevaba casi un año sin entrenar, porque tras encarnar al rudo boxeador fue cuando tuvo que sentarse en la silla de ruedas para el rodaje de Al final del túnel; y luego vinieron dos películas más, entre ellas Nieve negra, una coproducción hispano-argentina dirigida por Martín Hodara, en la que ha trabajado junto a Ricardo Darín y Federico Luppi. “No tenía tiempo para nada, era imposible seguir una rutina para practicar ejercicio enlazando una película tras otra… Ahora estoy aprovechando que descanso de rodar y tengo más vida para mí hasta septiembre, para retomarlo”.
Habla de su hija unos párrafos más arriba, y lo cierto es que sorprende que saque en la conversación detalles concernientes a su vida privada, porque no es tan habitual que los comparta. Uno de los rasgos que le identifican desde siempre es su absoluta discreción y su escaso interés por hacer vida frente a los focos, salvo cuando el trabajo lo exige. “Siempre me ha provocado pudor cuando se viola mi intimidad, sí. Mi pareja no pertenece a este medio, y de hecho, cuando me casé, a muchos amigos ni les avisé para que ni por una casualidad remota pudiese aparecer allí una cámara”. Cuando no tiene ningún pudor a la hora de compartir su intimidad es cuando interpreta. “En el trabajo es distinto. Incluso en entrevistas. Según cumplo años, me voy sintiendo más seguro y me muestro más. En la actuación me pasa igual, es algo muy llamativo. A medida que creces ves que en los personajes puedes contar cada vez más de ti, aunque sean totalmente diferentes a como tú eres. Utilizo el trabajo como herramienta expresiva de mi propia búsqueda. Es muy lindo”.
Camisa U ADOLFO DOMÍNGUEZ
Pantalón DSQUARED2
Reloj HUGO BOSS
Es lindo también comprobar que Leonardo Sbaraglia da un valor muy positivo a cumplir años, a aprovechar la experiencia acumulada para crecer a todos los niveles. Y lo cuenta en un exquisito hotel boutique en pleno centro de Madrid. Surge la curiosidad de si el actor es hombre de grandes lujos. “Algunos sí me permito. Como alguna prenda de ropa, una chaqueta de piel o un traje, en un momento concreto de mi carrera. Ahora muchos me los regalan, porque tengo grandes amigos en show-rooms”, confiesa. “Como tengo talla de muestrario, muchas veces me los dejan y al final me los regalan”. Otro de los valores positivos de tener una trayectoria tan reconocida. “Para mí eso es un lujo”, recalca. Y se le ocurre enseguida otro que también se permite cuando el trabajo le deja tiempo. “Un buen viaje. En las vacaciones uno no debe escatimar, sobre todo si son para descansar”. Hay un destino en concreto que recuerda como un gran autorregalo. “El [glaciar] Perito Moreno, en el sur de Argentina. Fue un auténtico lujo que me di, porque es carísimo ir allí para cualquier persona de Buenos Aires”, cuenta. Ya tiene otro sitio en mente que será el próximo capricho viajero que se dé, aunque prefiere no dar excesivos detalles. “Es un lugar cerca de la India, que ya estoy investigando para ir cuando pueda”. Eso sí, no necesita mirar tan lejos para pensar en regalarse cosas que le hacen sentir mucho mejor. “Considero que es un lujo, de pronto, comprarse un buen sillón. O una buena tele. Como es algo que tiene que ver con nuestro trabajo, así es más fácil justificar el gasto”.
Fotos DANNIEL ROJAS
Estilismo ARTURO ARGÜELLES
Maquillaje y pelos AIDA ROJAS
Ayte. fotografía ALBERTO RODRÍGUEZ
Edición digital FRANCISCO VARGAS
Agradecimientos HOTELURSO.COM