Al bronce conseguido por Tom Daley y Daniel Goodfellow hay que añadir ahora un oro con marcado acento gay en Río 2016. La judoka Rafaela Silva, abiertamente lesbiana, ha conseguido el primer oro para Brasil y se convierte así en la primera deportista LGTB en llegar a lo más alto en estos Juegos.
La suya es una historia con final triplemente feliz. Porque con su victoria, la judoka ha conseguido acallar los prejuicios e insultos que recibió por su condición de mujer, lesbiana y negra tras caer eliminada en Londres 2012 con tan solo 19 años. “Macaco”, “vuelve a la jaula” o “vergüenza de la familia” fueron algunas de las lindezas que tuvo que escuchar entonces.
Así lo explicaba la propia Rafaela en la rueda de prensa ofrecida tras su victoria en judo –categoría de menos de 57 kilos–, que ha supuesto la primera medalla de oro para el país anfitrión. “La primera vez que sentí el racismo con fuerza fue en Londres. Me hizo mucho daño. A mi móvil no paraban de llegar mensajes agrediéndome. Necesitaba a mis amigos y familia y solo leía insultos. Quise dejar el deporte, pero si hubiera abandonado no habría conseguido dar ahora esta alegría a Brasil”.
Por eso la deportista quiso brindar su oro a quienes la machacaron en su día. “Se lo dedico a todos los que, cuando me eliminaron en Londres, me dijeron que el lugar de un mono no eran las Olimpiadas, sino la jaula. La mona que debía estar enjaulada es hoy campeona olímpica en casa”.
Rafaela Silva nació en la favela Ciudad de Dios y comenzó a practicar judo a los 5 años. Hoy, con 24, es la primera medallista de oro brasileña en estos Juegos y visiblemente gay, pues para ella es habitual posar en Instagram junto a su novia Thamara, también judoka.