«Una señal de la ira de Dios en castigo por la legalización de los matrimonios homosexuales». Así fue como Tony Perkins, líder de grupo cristiano Family Research Council, definía una tormenta que en 2015 arrasó la isla de Hawaii.
La historia no habría trascendido más allá de un comentario homófobo delirante, de no ser porque hace unos días la vivienda familiar de Perkins en Louisiana fue arrasada por las inundaciones que han castigado todo el estado. El karma en estado puro.
Después del desastre, explicaba en su programa de radio que «se trata de una inundación de proporciones casi bíblicas. Tuvimos que escapar de nuestro hogar el sábado en canoa. Había casi tres metros de agua, y la casa quedó completamente inundada», pero ni rastro de afirmaciones homófobas pasadas. Además, Perkins ha defendido en varias ocasiones que la pederastia en un problema exclusivo de los homosexuales.
Como consecuencia de las inundaciones, 13 personas han perdido la vida y más de 30.000 tuvieron que ser desalojadas, a la espera de que Perkins vuelva a echarle la culpa al colectivo LGTB.
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