“A mi hijo de tres años y medio le gusta jugar con camiones. Le gustan los rompecabezas. Le gusta comer ciruelas y le gusta llevar tutús brillantes. Si le preguntan, dirá que los tutús le hacen sentirse guapo y valiente. Si le preguntan, dirá que no hay reglas acerca de lo que los chicos o las chicas pueden ponerse.
Mi hijo ha llevado tutús a la iglesia. Ha llevado tutús a las tiendas. Ha llevado tutús en el tren y en la caja de arena. En nuestro mundo no ha sido un problema. Nos han hecho preguntas bienintencionadas, las hemos respondido, ha ido bien. Fue bien, hasta ayer.
Ayer, en nuestro paseo al parque, mi hijo y yo fuimos abordados por alguien que exigió saber por qué mi hijo llevaba falda. No le conocíamos, pero parecía que nos había estado observando un tiempo. «Sólo tengo curiosidad», dijo el hombre, «¿por qué le sigues haciendo esto a tu hijo?»
No tenía curiosidad. No quería respuestas. Quería asegurarse de que ambos sabíamos que lo que mi hijo estaba haciendo – lo que yo le estaba permitiendo hacer- estaba mal. «Ella no debería seguir haciéndote esto», dijo. Habló directamente a mi hijo: «Eres un niño. Ella es una mala mamá. Es abuso infantil».
Nos sacó fotos, a pesar de que le pedí que no lo hiciese. Me amenazó: «Ahora todos lo sabrán», dijo, «ya verás». Llamé a la policía. Vinieron, escribieron un informe, elogiaron la falda. Aún así, mi hijo no se siente a salvo a día de hoy. Él quiere saber: «¿Va a volver el hombre? ¿El hombre malo? ¿Va a gritar cosas más desagradables sobre mi falda? ¿Va a hacer más fotos?»
No puedo contestar con certeza. Pero puedo decir esto: No voy a estar intimidada. No voy a sentirme vulnerable o con miedo. No voy a dejar que un extraño enfadado le diga a mi hijo lo que puede o no puede llevar. Puede que el mundo no quiera a mi hijo por quién es, pero yo sí. Vine a esta tierra para asegurarme de que lo sabe. Voy a gritar mi amor desde las esquinas.
Voy a defender, gritando, su derecho a andar por la calle en paz, llevando la prenda de ropa que quiera llevar. Le voy a enseñar, en todo lo que pueda, que valoro la persona que es, que confío en su visión de sí mismo y apoyo sus decisiones. No importa lo que diga nadie más, no importa quien intente detenerlo o cuán a menudo.
Mi familia tiene el siguiente lema:
Amamos.
Somos amables.
Somos decididos y persistentes.
Somos guapos y valientes.
Sabemos quienes somos. Los extraños no van a cambiar quienes somos. El mundo no va a cambiar quienes somos. Nosotros vamos a cambiar el mundo.”
Carta de una madre a los que se rieron de su hijo por llevar tutú
“A mi hijo de tres años y medio le gusta jugar con camiones. Le gustan los rompecabezas. Le gusta comer ciruelas y le gusta llevar tutús brillantes. Si le preguntan, dirá que los tutús le hacen sentirse guapo y valiente. Si le preguntan, dirá que no hay reglas acerca de lo que los chicos o […]