“Una manera de englobar el odio a gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, intersexuales y cualquier otra identidad u orientación evitando las clasificaciones, un elemento de control por parte del poder en general y del franquismo en particular”. Así es como el escritor Víctor Mora define la diversofobia, a través de la cual nos traslada cómo la ciencia viró su pensamiento con respecto a la homosexualidad durante el franquismo.
En su libro Al margen de la naturaleza da un paso más en cuanto a relatos de represión y discriminación, buscando la supuesta base científica que servía a las instituciones para odiar al diferente. La homosexualidad, por supuesto, era una epidemia a reprimir.
Palabras como las de Gregorio Marañón –“En modo alguno hay que castigar al homosexual, siempre que no sea escandaloso”–, Antonio Vallejo Nájera –“Toda desviación del destino biológico transmuta también los caracteres psicológicos, y hace del varón un afeminado y de la hembra un marimacho”– o Antonio Sabater Tomás –“Otros invertidos son sujetos celosos, sádicos, brutales, con manía persecutoria, que van armados, que amenazan de muerte y a veces matan, producto de su posición homosexual que no pueden dominar”– son algunos de los nombres ilustres que se metieron en el charco de la ciencia invertida y retorcida.
“Todos, en algún momento, dejaban los argumentos científicos de lado. No podían usar la ciencia para demostrar lo que no es–”, explica Mora en El País, y quedan retratados en este ensayo. Valga para recordar de dónde venimos, y todo lo que queda por hacer.