Todo sucedió durante la madrugada del viernes 30 de septiembre en Salamanca. Las asociaciones Iguales e Iguales USAL organizaron una fiesta en un conocido local. No se trataba de una celebración privada, y había un ambiente ‘mezclado’.
La fiesta transcurría con normalidad hasta que un grupo de cinco chicos de nacionalidad extranjera comenzaron a forzar a una de las activistas que se encontraba en la fiesta para besarla. Pocos minutos después, hicieron lo mismo con otra de las activistas. En este caso la besaron directamente. Ella se apartó, y ambas decidieron abandonar el lugar para evitar más incidentes.
Desgraciadamente, las agresiones se intensificaron según pasaban las horas y aumentaban las consumiciones. El grupo de chicos fue expulsado de la discoteca por el continuo acoso sexual a una pareja de chicas que también estaba en la fiesta. No contentos con eso, las esperaron hasta que salieron del local. En la Plaza del Mercado les propinaron una paliza que les dejó importantes secuelas físicas en las extremidades.
No ha habido parte de lesiones ni denuncias, puesto que las víctimas han preferido ignorar el asunto a causa del miedo.
Ignacio Paredero, secretario de Iguales, nos comentaba la necesidad de un protocolo eficaz en caso de acoso homófobo, puesto que a pesar de que las víctimas denuncien, no suele servir de mucho. “Solo uno de cada diez delitos de odio contra la diversidad sexual son denunciados ante la policía. A día de hoy, la implementación del protocolo contra delitos de odio es claramente insuficiente”.
Es por ello que ninguna de las víctimas ha tomado medidas al respecto. Han tardado incluso más de una semana en poner en conocimiento de sus compañeros de Iguales los hechos acaecidos.
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