El pasado fin de semana, el productor Alejandro Abad se sometió al Poli Deluxe de Sálvame para sacar a flote toda la verdad sobre los concursantes de Operación Triunfo, con los que mantuvo una relación profesional muy estrecha en 2001. Y aunque durante el polígrafo más famoso de la televisión habló largo y tendido sobre las miserias de los triunfitos, la confesión más sorprendente versó sobre otro de los cantantes con los que tuvo la ocasión de trabajar, David Civera.
El que –según Wikipedia y pese a lo que él mismo defiende– fue el compositor de solo medio estribillo de la exitosa Mi música es tu voz contó que la canción Que la detengan de Civera no estaba dedicada a una mujer sino a su pene: la compuso en cinco minutos, al salir de la ducha, mirándose desnudo frente al espejo.
Es el momento de analizar la letra de Que la detengan para comprobar si Abad dice la verdad o solo es otro de sus titulares excéntricos para dar de qué hablar.
“Maldita sea la noche
en la que la conocí.
Ahora vivo atrapado,
esa mujer no me deja vivir”
Abad podría estar hablando de su despertar sexual. Su efervescencia adolescente no le habría dejado hacer vida normal y se habría pasado todo el día encerrado (en su habitación, en el cuarto de baño…) dándole a la zambomba. El compositor era un pajillero de manual.
“Malditos sean sus ojos,
sus gestos,
su boca,
ese beso que me desarmó”
Esta estrofa carece de sentido aparente. Poniéndonos metafóricos podríamos pensar que Abad estaba tan obsesionado con su falo que lo trababa como si fuera su novia. Así se entendería que al cíclope llorón le vea ojos, gestos y boca. Y si es verdad que conseguía besársela, merecería nuestro aplauso. ¡Bravooo! ¡Rabooo!
“Maldito sea el embrujo
que me cegó la razón”
En estas líneas, Alejandro no estaría haciendo más que subrayar el concepto anterior. Bien es sabido que el sexo nubla el raciocinio… Algunos incluso han sostenido el mito de que la masturbación provoca ceguera.
“Que la detengan,
que es una mentirosa,
malvada y peligrosa,
yo no la puedo controlar.
Que la detengan,
me ha robado la calma,
se ha llevado mi alma,
y no me ha dejado na”
El estribillo es lo más evidente de toda la canción. Su equiparación con el pene, más en concreto con la cola mentirosa, malvada y peligrosa de Abad, es tan explícita que poco más hay que añadir. ¡Que la detengan!
“No se qué hice esa noche,
el vino me traicionó.
Solo buscaba el olvido
y fui a caer en su trampa de amor”
¿Ein…? Abad, deja el vino.
“Ahora maldigo esa noche,
al deseo,
al destino,
que a ella me quizo llevar”
Su parafilia le he trastornando tanto que el productor hubiera preferido no descubrir los placeres de la autoestimulación…
“Ya no me quedan mas lagrimas
solo me queda gritar”
Después de tanto ajetreo onanista, Abad se ha quedado seco.
CONCLUSIÓN: El polígrafo (apócrifo) de Shangay determina que, aunque existen sinsentidos en la letra, Alejandro Abad no debió mentir al afirmar que escribió Que la detengan inspirándose en su pene. Por lo tanto, podemos considerarlo –como el Tiene nombres mil de Leonardo Dantés– todo un himno dedicado al órgano sexual masculino.
Además de hablar de la canción fálica de Civera, Alejandro Abad dijo que el artista turolense “no es compositor, y por eso yo intentaba salvaguardar el éxito de sus discos”, que si hubiera sacado un single escrito de su puño y letra “habría sido un fracaso”, que no le debe ni una peseta por la eurovisiva Dile que la quiero y que a David “le daba miedo la fama que tenían los cantantes de Operación Triunfo’’, compañeros de la discográfica Vale Music en aquel momento.