Almudena Cid: “Nunca me planteé ser actriz”

Foto miguelangelfernandezphoto.com   Cuando concluye la carrera de un deportista de élite, la mayoría siente un vacío complicado de gobernar, y de llenar. Almudena Cid dejó la gimnasia rítmica en 2008, después de ser la única mujer de la historia en participar en cuatro finales olímpicas de forma consecutiva, y cambiar la obsoleta forma de […]

18 noviembre, 2016
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Almudena Cid: “Nunca me planteé ser actriz”
Foto miguelangelfernandezphoto.com

 

Cuando concluye la carrera de un deportista de élite, la mayoría siente un vacío complicado de gobernar, y de llenar. Almudena Cid dejó la gimnasia rítmica en 2008, después de ser la única mujer de la historia en participar en cuatro finales olímpicas de forma consecutiva, y cambiar la obsoleta forma de pensar de todos aquellos que creían que era demasiado mayor para seguir en el tapiz. Con la permanente sonrisa que le acompaña, la vitoriana no se libró de volver a reinventarse porque “de repente, todo lo que me hacía sentir bien desapareció”, nos confiesa ahora.

Así que abandonó el maillot, y con ilusiones renovadas ahora cambia el pabellón deportivo para subirse a las tablas de un escenario. Pese a que en un primer momento “nunca me planteé ser actriz”, este mes debuta en el teatro, lo que será el inicio de una nueva carrera para la que andaba tiempo preparándose: “Soñaba mucho con hacer teatro pero no pensé que me fueran a dar la oportunidad tan pronto, me daba envidia ver que aquí se puede ser mayor y seguir trabajando, cuando en la rítmica te están retirando en cuanto te empieza a salir pecho”. Sergio Peris-Mencheta le ha abierto las puertas de La cocina, la obra que el Centro Dramático Nacional lleva al Teatro Valle-Inclán el próximo 18 noviembre, la primera oportunidad para que veamos a una Almudena inédita. “Había estado forjándome una personalidad muy fuerte para la competición cuando en realidad soy una mujer muy frágil, me metí en cursos de interpretación y me di cuenta de que se puede jugar con las emociones”.

Ambientada en el Londres de los años 50, La cocina tiene la particularidad de que toda su trama está absolutamente vigente. No es más –ni menos– que una metáfora sobre el egoísmo y la falta de empatía donde un grupo de 26 personas de diferentes nacionalidades, razas y culturas han de aprender a convivir en torno al epicentro creativo y frenético que supone tener mil comensales cada día. “Lo que tratamos de contar es que hay personas diferentes que en la época de la posguerra se ven obligados a coincidir. Cada uno lleva su herencia emocional y al final es un fiel reflejo de la actualidad”, explica.

Cid interpreta a Molly, una camarera de la que “no puedo contar mucho, pero está metida en un círculo vicioso” y que ofrece su mejor versión en el comedor intentando contagiar al espectador de la tensión que el caos y la calma le generan a partes iguales. Nos adelanta, sin dar ni siquiera una mínima pista, que en la trama también hay un guiño LGTB, aunque el hecho de que sea un espacio escénico concebido en 360 grados hará que haya que agudizar la concentración para no perder ningún detalle.

Entre fogones coincidirá con un reparto de altura (Silvia Abascal, Roberto Álvarez, Alejo Sauras, Fátima Baeza o Ricardo Gómez). Compañeros a los que admira, respeta y temía: “Me imponía mucho el reparto, pero hay algo que hizo muy bien Sergio: hicimos juntos dos semanas de talleres antes de llegar a La cocina, con lo que todos empezábamos de cero en cierto modo”. Cuando descubrió las similitudes entre su deporte y la interpretación, dejó definitivamente de sentirse como la novata del grupo. “Me he dado cuenta de que la gimnasia tiene muchas cosas en común con la interpretación: la disciplina, la puntualidad, el respeto, trabajar en equipo… Las normas para hacer bien un trabajo son las mismas”. Y si encima se trata de someterse al examen del público, ahí pocos tienen su experiencia. “El teatro es lo más parecido a la rítmica, siempre sales ante un público, has estado elaborando para enseñar en directo”, asegura con un brillo especial en los ojos. 

En su diccionario no figura la palabra ‘fracaso’, y aunque seguro que estará algo nerviosa por la reacción del público y la crítica, será cuestión de volver a convencer a los colegas de aquellos que ya desconfiaron de la Almudena gimnasta. “En mi carrera deportiva me querían jubilar a los 20 años así que… Creo que es una cuestión de evolución y de tiempo, no me preocupa, en redes la crítica es muy fácil, la gente que te admira o valora tu trabajo rara vez lo escribe”, se lamenta.

Por cierto, donde sí recibió el unánime beneplácito fue en los pasados Juegos Olímpicos de Río, donde también se estrenaba como comentarista en su disciplina y formó tándem como Paloma del Río, la única periodista deportiva de nuestro país abiertamente lesbiana. “Una mujer muy directa, auténtica y revolucionaria. Nunca le ha importado mostrar su homosexualidad y la naturalidad con la que lo trata me parece ejemplar”, explica. Mientras aguarda ponerse delante del micrófono con ella de nuevo dentro de cuatro años, no tiene mucho más tiempo para pensar, ni siquiera en qué le deparará el futuro –“Ojalá pueda rodar una película, me encantaría”–. Es tiempo de poner la primera piedra de su nueva vida.


LA OBRA LA COCINA SE ESTRENA EL 18 DE NOVIEMBRE EN EL TEATRO VALLE-INCLÁN (C/VALENCIA, 1 – PLAZA DE LAVAPIÉS) DE MADRID.


 

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