“Lo que pasa en el campo, se queda en el campo”. Un hábito muy extendido en el mundo del fútbol y que implica la impunidad ante cualquier tipo de conducta reprobable. Las pulsaciones se disparan y ya está, todo lo que ocurra en ese instante queda justificado. O no, porque ante una conducta racista o xenófoba muchos son los ejemplos donde se castiga al infractor, ya sea futbolista, técnico o espectador. Esta misma semana, por ejemplo, la Liga ha sancionado con el cierre parcial del estadio El Molinón al Sporting de Gijón por insultos al jugador del Athletic Iñaki Williams. Y muy bien hecho.
¿Y entonces, por qué no se actúa así contra la homofobia? Después de que la Cadena Cope reprodujese el “maricón” del atlético Koke a Cristiano Ronaldo y este le contestase “maricón, sí, pero lleno de pasta, cabrón”, nadie ha hecho el ademán de levantar la voz y pedir una investigación. Ni compañeros –el propio entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane, se ha limitado a decir que son “cosas del fútbol”– ni rivales, mutis total y a mirar al próximo partido… que hay que seguir vendiendo y debatiendo sobre peinados y colores de botas. Obvio que habrá que analizar el contexto y la situación, pero hay un señor al que se recibe con mensajes homófobos cada vez que pisa un estadio rival, y ahí ya hay material suficiente para poner el grito en el cielo.
Solo la asociación LGTB Arcópoli, sin entrar a valorar la sexualidad de nadie y pidiendo la igualdad que también en el deporte se le niega al colectivo LGTB, cuestiona el ‘todo vale’ dentro del césped y se pregunta qué hace falta para obtener un mínimo gesto desde las instituciones. A través de su Twitter mostraban su apoyo al portugués y en un comunicado explicaban que “lleva sufriendo acoso homófobo en diferentes campos de fútbol durante la celebración de partidos de liga, ante la impunidad de los responsables de los estadios”. Verdad incuestionable.
Muchos son los ejemplos de futbolistas a los que un insulto homófobo les ha costado una sanción deportiva e incluso económica. La Premier inglesa, ejemplo de la lucha por la visibilidad y normalización, cuenta con varios ejemplos donde cualquier salida de tiesto se castiga. En España, el presidente de la Liga, Javier Tebas, anda sin pronunciarse… Desde el año 2014, se han habilitado sanciones más duras para insultos y clubes que acojan a sus grupos radicales bajo su amparo y se ha instaurado la figura del director de partido… con un rotundo éxito, a la vista está.
Según Arcópoli, se trata de una violación de la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte y esto “no puede continuar”. Pese a ello, una voz autorizada del periodismo deportivo como el director del diario As, Alfredo Relaño, quitaba hierro al asunto en su editorial: “En el fútbol se dicen unos a otros de todo y lo suyo es que se quede ahí”. Luego nos llevaremos las manos a la cabeza con la ausencia de referentes sin pensar en que, total, para qué. Flaco favor hacen los que tapan con la manta en vez de tirar de ella. No todo vale.