Tom Ford: “Nunca fui el típico machito texano”

Si en su debut como director, Un hombre soltero, se centró en la historia de un hombre gay –por la que Colin Firth ganó la Copa Volpi al mejor actor en el festival de Venecia–, en su segunda película, Animales nocturnos, que llega ocho años después que aquella, su (anti)heroína es una mujer heterosexual –con […]

Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

2 diciembre, 2016
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Tom Ford: “Nunca fui el típico machito texano”

Si en su debut como director, Un hombre soltero, se centró en la historia de un hombre gay –por la que Colin Firth ganó la Copa Volpi al mejor actor en el festival de Venecia–, en su segunda película, Animales nocturnos, que llega ocho años después que aquella, su (anti)heroína es una mujer heterosexual –con un hermano y un confidente gays, algo que Ford recalca en la ficción– complicada y atormentada.

No sorprende que a Tom Ford le haya fascinado el personaje que interpreta Amy Adams, que da vida a una galerista muy acomodada que ve cómo su matrimonio se desmorona. Si en la anterior apostó por una protagonista femenina pelirroja, Julianne Moore, aquí hace lo propio con Adams. Y si en su primera película se notaba la influencia de un gran cineasta como Todd Haynes, aquí es innegable que Ford se ha propuesto emular al gran Pedro Almodóvar, aunque a su manera. Como Julieta, retrata a una protagonista con la que resulta difícil empatizar. Como en Carne trémula –a la que hay un guiño explícito en uno de sus planos–, se ha esforzado por fundir melodrama y thriller. Como en La mala educación, Ford apuesta por una estructura compleja, con saltos temporales y la inclusión de un relato de ficción dentro de la propia trama, que se va desarrollando a la vez que la historia del personaje de Amy Adams, y en la que el protagonista absoluto es Jake Gyllenhaal.

Tom Ford: “Nunca fui el típico machito texano”

La película arranca con unos vistosos títulos de crédito con el sello inequívoco de un esteta como Ford, que sí marca claramente su estilo en la primera parte de la película, en la que presenta a Susan, atrapada en un matrimonio que hace aguas por todas partes –a pesar de que a su marido le da vida Armie Hammer–. Una vida de lujo, grandes mansiones y fiestas exquisitas que no le satisface en absoluto, aunque uno de sus mejores amigos –gay– le aconseja: “Disfruta de nuestro mundo, es mucho mejor que el real”. A ella le motiva más refugiarse en el manuscrito que le envía su ex marido Edward (Gyllenhaal), en cuyo talento literario nunca confió cuando estaban juntos, y del que llevaba casi veinte años sin saber nada. Según se sumerge en la lectura de Animales nocturnos, que así se titula, el espectador hace lo propio, y poco a poco va descubriendo la terrorífica historia de abuso y violencia que cuenta.

“Un amigo que vive en Londres me recomendó el libro en que se basa, hermosísimo, Tony and Susan, de Austin Wright”, cuenta Tom Ford. “He aprendido que cuando te gusta tanto un libro, lo suyo es adquirir los derechos, aunque en aquel momento no tuviera ni idea de cómo adaptarlo”. Cuenta que pasaron tres años en los que dejó el proyecto reposar, porque tenía otro muchísimo más importante entre manos. “Tuve un hijo, y decidí que no haría otra película hasta que cumpliera al menos tres años”. Y así fue.

Tom Ford: “Nunca fui el típico machito texano”

Una de sus principales motivaciones a la hora de sacar adelante este proyecto fueron los temas que apuntaba el libro. “Uno de los centrales es la importancia de la lealtad, de cómo cuando encuentras a alguien que significa mucho para ti no debes dejarle marchar”. Tom Ford da una enorme importancia a esa virtud. “Vivo con Richard [Buckley] desde hace treinta años, nunca me he separado de él”, confiesa. “Nos fuimos de vacaciones y le dije ‘Mira, voy a escribir todas las mañanas, no me molestes de las 8 a las 13h. Que no me hable nadie, no me pases ninguna llamada’. Así escribí el guion”.


“Soy extremadamente disciplinado. Es la única manera de tener una firma de moda, una vida y rodar películas”


Cuando Susan, en la película, recibe el manuscrito que le ha enviado su ex marido (y que está dedicado a ella), comienza a leerlo inmediatamente, y el espectador avanza con ella, dado que Ford muestra la historia de ficción. En ella, Gyllenhaal es Tony, y viaja con su mujer y su hija por la Texas profunda de noche, cuando de repente aparece una violenta pandilla –capitaneada por un morbosísimo y casi irreconocible Aaron Taylor-Johnson– que convierte lo que iban a ser unas apacibles vacaciones en una violenta pesadilla. “A través del libro, Susan comienza a darse cuenta de que lo que su ex marido le está intentando decir es ‘Esto es lo que me hiciste tú a mí, así me hiciste sentir”. Y si a la vez la protagonista rememora tanto la relación con su ex como la que mantiene con su actual marido, poco a poco todas las partes del puzle empiezan a encajar, mientras en el relato de ficción que cuenta la novela que lee la violencia crece y crece. “Susan reevalúa su vida y se vuelve a enamorar de su ex, algo que probablemente él confiaba en lograr con su novela”. Ojo, que aquí no hay ningún spoiler, los giros del guion de esta “alegoría moral” –como la define el propio Ford– están a buen recaudo.

Tom Ford: “Nunca fui el típico machito texano”

No solo busca Tom Ford indagar en los motivos por los que su adinerada protagonista no se siente feliz ni realizada, también plantea los distintos modelos de masculinidad que imperan en nuestra sociedad, a través sobre todo de un Jake Gyllenhaal desdoblado en dos personajes, Edward, el sensible ex marido de ‘la realidad’ y Tony, el apocado marido de ‘la ficción’ que se ve obligado a tomarse la justicia por su mano ante la traumática experiencia que vive. “En la cultura americana, al menos cuando yo estaba creciendo, el hombre debía ser un macho, y se suponía que no debías llorar nunca, sino ser fuerte y cuidar de los demás. El personaje de Jake no es así; es sensible, no resulta masculino en el sentido típico”. Un personaje en el que ha puesto parte de sí. “Yo nunca fui el típico machito texano”, confiesa. “No me gustaba el fútbol, me pasaba el día leyendo y se metían mucho conmigo. Había gente que pensaba que ser así no era ser masculino, y es lo que le pasa también al personaje en un momento concreto de la película”.

Perfeccionista enfermizo, Tom Ford reconoce que le gusta supervisar hasta el más mínimo detalle de sus películas. Y explica su secreto para sacar adelante sus proyectos tal y como los concibe. “Soy extremadamente disciplinado. Es la única manera de tener una firma de moda y una vida. Rodar películas es lo más divertido que hago, es una pasión que me tomo muy en serio. Y tengo una familia maravillosa, lo cual también me obliga a tener horarios muy estrictos en ocasiones”. Y que afectan sus rodajes. “Siempre ruedo a final de verano y en otoño, es el único momento en que puedo concentrarme en una película. Animales nocturnos la rodé en el mismo periodo del año que Un hombre soltero.

Tom Ford: “Nunca fui el típico machito texano”

A día de hoy, sigue afirmando que su primera película fue la experiencia creativa más enriquecedora de toda su carrera, y explica el porqué. “Siempre que haces algo por primera vez resulta especial, y Un hombre soltero lo fue. Pero esta es una película mucho más grande y ambiciosa, un desafío mayor, y ha resultado tan divertida de hacer como aquella”.


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