Muchas ciudades pelean por el título de la más gayfriendly del mundo, pero Copenhague cuenta con iniciativas que marcan la diferencia: su ayuntamiento acogió la primera unión civil gay en 1989 –cuando Dinamarca se decidió a legislar por primera vez las parejas de hecho LGTB–, y su alcalde, Frank Jensen, participa todos los años en el Copenhagen Gay Pride –la cita gay más importante de la ciudad junto al festival MIX de cine LGTB–.
Además, ha impulsado una app desde la que se puede denunciar cualquier caso de agresión o discriminación homófoba en la ciudad, especialmente útil de noche. Son detalles que convierten a la capital danesa en un paraíso para el turista LGTB que busque cultura, fiesta, ocio, compras, gastronomía y naturaleza en el mayor clima de respeto y libertad.
La mejor forma de recorrer Copenhague es en bicicleta por su recién inaugurado Harbour Circle, un circuito de 13km que transcurre por el famoso puerto y que permite contemplar desde el histórico y colorido Nyhavn –el canal por el que paseaba Eddie Redmayne en La chica danesa, hoy repleto de bares– hasta edificios vanguardistas como la Ópera de Copenhague o la Biblioteca Real de Dinamarca –conocida como ‘el diamante negro’–.
Para comer, lo mejor es parar en Papirøen, el mercado de street food más concurrido por los jóvenes y con envidiables vistas al canal. No hay visita completa a Copenhague sin pasar por alguno de sus museos –la Galería Nacional SMK o la coqueta Glyptoteket, al lado del mítico parque de atracciones Tívoli–, y quien quiera contemplar la mejor panorámica de la ciudad, debe subir los 400 escalones de la afilada cúpula de la Iglesia de Nuestro Salvador, a escasos metros de la entrada a la ciudad libre de Christiania.
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