Poco encaja el universo plástico de Mark Ryden (Oregon, 1963) con los patrones conceptuales y el gusto postminimalista mayoritario hoy en el sistema oficial del arte. Y poco ha de importarle: es desde hace un lustro el artista norteamericano más célebre y de los más exitosos de su generación.
Su mezcla de técnicas pictóricas tradicionales –desde los primitivos flamencos a los neoclásicos franceses– con motivos de la cultura popular, el universo infantil, la estética victoriana y hasta el toy art lo han convertido en un referente mundial de ese otro arte que, lejos de los museos, se difunde por cualquier medio, entre un público más joven que el propio artista (góticos, siniestros, emos o incluso hípsters). No es de extrañar que el CAC de Málaga sea el primero en apostar por vindicar su trabajo: lleva años exhibiendo tanto artistas consagrados como otros vinculados al arte urbano.
Ryden no ha dejado de ser lo que siempre ha sido: un artista comercial que comenzó realizando portadas de discos (Dangerous de Michael Jackson, One Hot Minute de Red Hot Chili Peppers) e ilustraciones y portadas de libros (para Stephen King, por ejemplo) en paralelo a una carrera pictórica que, desde su primera muestra en 1998, The Meat Show, ha ido ampliando a otros sectores: esculturas y complejas instalaciones de dioramas feriales, vinculadas a un universo simbólico que aúna circo, ritual, carnaval, comedia, locura y misterio. Lo curioso quizá es que otros artistas populares del kitsch contemporáneo, como Alex Katz, sí hayan tenido una vindicación intelectual, posiblemente porque contaban con el apoyo de esa alta burguesía a la que retrataban y no resultaban tan barrocos.
No es el caso de Ryden, como tampoco de otros miembros de la corriente lowbrow (que viene a significar “baja cultura”) como Robert Williams, fundador oficial del movimiento, Joe Coleman o Gary Baseman. El lowbrow, también llamado ‘surrealismo pop’, es un movimiento netamente estadounidense que surge a finales de los setenta en la costa de California y que hoy se ha globalizado. Quizá aún más por la propia dinámica histórica: autores de todo el mundo, presos de una cultura común amplificada, repiten las fórmulas achacables al capitalismo y la cultura popular norteamericana. En los cuadros de Ryden, por ejemplo, suele colarse alguna referencia a Abraham Lincoln, hay rastros constantes y obvios a la pintura del gótico de los años 30 –Grant Wood– o a artistas previos como Margaret Keane y los big eyes painters de los sesenta.
La pintura de Ryden, extremadamente narrativa, se sustenta en el misterio. Sus personajes, infantilizados, parecen arquetipos donde la presencia constante de ninfas que miran directamente al espectador –muchas son retratos de sus musas particulares, con la actriz Christina Ricci a la cabeza– en posiciones que hablan de descubrimientos vitales, introspección, ensoñación sensual o adormilada, tienden a colocarnos en ese estadio de ingenuidad y expectación ante una vida futura e incierta: el comienzo de un camino que lleva a la pérdida de la inocencia.
MARK RYDEN: CÁMARA DE LAS MARAVILLAS PUEDE VERSE EN EL CAC MÁLAGA (C/ALEMANIA, S/N) HASTA EL 5 DE MARZO. WWW.CACMALAGA.EU