Conocer a Madonna con 7 años marca. Y hacerlo en el rodaje de la tercera película de tu tío, al que adoras y te adora, aún más. Eso le sucedió a Aaron Brookner cuando su tío Howard rodaba Noches de Broadway (1989), protagonizada por la diva y Matt Dillon, y claro, nunca lo olvidó. Como tampoco olvidará nunca cuando su padre se empeñó en llevarle a ver Philadelphia (1993). Aaron, que entonces tenía 11 años, no entendía por qué su padre insistió tanto en que fueran al cine. Cuando terminó, comprendió que la historia del personaje de Tom Hanks, tenía mucho que ver con la de su adorado tío, que murió por complicaciones derivadas del VIH meses antes del estreno de Noches de Broadway. Tenía 35 años. “Ahí, de repente, me dije, mi tío era gay y murió de sida, claro”. Se podría decir que ese fue el germen del documental que estrena ahora en España, Uncle Howard.
Si Aaron se dedica al cine es, obviamente, por influencia de su tío. Hace cinco años, decidió realizar un documental que, en principio, narraría el germen de la primera obra de Howard Brookner, un documental que protagonizó nada menos que William Burroughs. Pero empezó a descubrir tanto material inédito y tantos testimonios de personas que le conocieron y le amaron que decidió que su tío sería el protagonista de su cinta, que convirtió en un emotivo homenaje a su vida, a la relación con su familia –en concreto, con él– y a su obra. “Podría haber elegido multitud de ángulos, y todos interesantes, como lo fue la vida de Howard. Quise que resultase lo más personal posible, porque mi tío es una figura fundamental en mi vida”. Permite además redescubrir la vida y la obra de una de las muchas personas que nos arrebató prematuramente el sida, y que gracias a Aaron vuelve a ser actualidad gracias a este sentido homenaje.
“Mi padre insistió en que viera Philadelphia y después entendí por qué. Al terminar, comprendí que mi tío era gay y que había muerto de sida”
Los fans de Madonna agradecerán las secuencias inéditas del rodaje de Noches de Broadway, que suponía la primera incursión de Howard en la ficción y en Hollywood, que sirven para testimoniar que Aaron estuvo allí, y que la conoció. “¡Estaba tan asustado! Por supuesto, sabía quién era, tenía compañeros en el colegio que eran muy fans”, recuerda. “Mi tío me llevó un día al rodaje, y a la hora de comer, de repente aparece Madonna en nuestra mesa, se sienta a mi lado y me pregunta: ‘¿Estás comiendo tortitas de arroz? ¡Me encantan! ¿Me das?’. No daba crédito. Y entonces me dijo: ‘Me encantan tus ojos’. ¡Quería morirme!”. Por la tarde, sentado en las rodillas de su tío, vio cómo Madonna y Randy Quaid rodaban una de las últimas secuencias de la película. Lógicamente, no ha olvidado ni un minuto de ese día.
Igual que recuerda –ahora más, gracias a las muchas imágenes en vídeo que ha rescatado para su documental– todos los momentos tan especiales que vivió, siendo niño, con tu tío favorito. “Ahora que tengo un hijo de seis años [vive con él y con su mujer en Londres], veo lo importante que son las vivencias a esa edad. Y cómo desarrollas una relación muy intensa con aquellos adultos que te prestan atención. A Howard le interesaba todo lo que hacía, mis puntos de vista… Era así con todo el mundo, la verdad, pero lógicamente, a mí me marcó desde un punto de vista sentimental”. Después de muerto, siguió muy presente en su vida. Heredó la colección de CDs de su tío, y recuerda que así fue descubriendo a Tom Waits, Nick Cave, The Smiths… Cuando vio los dos documentales de su tío, sobre William Burroughs y Robert Wilson, aprendió quiénes eran. Conoció a amigos ilustres de Howard como Jim Jarmusch o Tom DiCillo –ambos aparecen en la película–. Y cuando recopiló cintas de vídeo, diarios y fotos fue tomando forma la idea de Uncle Howard.
“Mi tío me llevó un día a su rodaje, aparece Madonna y dice ‘Me encantan tus ojos’. ¡Quería morirme!”
Uno de sus principales aliados fue el escritor Brad Gooch, novio de Howard Brookman hasta su muerte, con el que también se relacionó desde pequeño. “Desde el principio, para mí eran Howard y Brad, no me planteaba términos como ‘novios’ y cosas así, para mí verles juntos era lo normal. Como deber ser, sin utilizar etiquetas. Sabía que se querían y ya está”. Al preguntarle si temió descubrir alguna cosa que hiciera que se le cayera el mito, o que le defraudara, asegura que no. Sí se topó con materiales que le resultaron cuando menos sorprendentes. Como una cinta de vídeo que vio por primera vez en casa de Brad, un corto que se llamaba Waking Up Is Hard To Do, sin saber de qué iba la cosa. “Resultó ser una peli porno casera que grabó con otro de sus novios, en la que ambos despertaban hard [empalmados]”, recuerda entre risas. Y los dos la vieron entre carcajadas, según cuenta. Ni mucho menos se escandalizaron, les pareció algo típico de Howard. Además, Brad le había contado a Aaron que mantenían una relación abierta basada en el amor y el respeto, que incluía tríos y escarceos fuera de la pareja. Lo único que Aaron pensó tras ver ese vídeo porno fue: “A mi abuela no se lo voy a poner”.
Uno de los testimonios más sobrecogedores de Uncle Howard es el de la madre del fallecido, abuela del director –que tiene 90 años–. Cuenta que cuando Howard salió del armario se le cayó el mundo encima, no podía dejar de llorar. “Con perspectiva, cuando la escuché pensé ‘¿De verdad, abuela?’. Pero lo contó con honestidad; como madre, sentía que siendo homosexual su vida sería más complicada. Además, siendo judíos, la idea de que no formaría una familia le resultaba difícil de asimilar. Poco a poco, su actitud fue cambiando”. Tuvo además que enfrentarse a una situación muy dura, la de ver a su hijo enfermo de sida en un momento crítico, en el que poco se sabía de la enfermedad y en el que apenas había recursos para tratar a los enfermos. Y se sobrepuso al drama, según cuenta su nieto. “Se convirtió en la madre judía de todos los ingresados en el ala de sida del hospital Saint Vincent. Muchos familiares ni aparecían, había gente completamente sola y ella hacía todo lo que estaba en su mano para ayudar a quienes lo necesitaban”. Aaron llegó a visitar a su tío cuando estaba ya prácticamente terminal, y no lo recuerda en absoluto como una experiencia traumática. “Incluso en esos momentos, mi tío lograba que todos nos sintiéramos bien, que aquello pareciese una fiesta. Era único”.
“Mi abuela se convirtió en la madre judía de todos los ingresados en el ala de sida del hospital Saint Vincent de Nueva York”
Howard Brookman disfrutó de la vida hasta el último momento, según explica su sobrino. Que ahora prepara un nuevo largometraje basado en la novela Black Deutschland, de Darryl Pinckney, cuyo protagonista es gay, negro y drogadicto –perfecto para la era post Moonlight–. Mientras, sigue promocionando allí donde se estrena Uncle Howard, feliz de mantener viva la memoria de su querido tío. El documental se lo ha dedicado a su hijo, al que ya le ha enseñado algunas partes. “Cuanto tenga edad para comprenderlo todo, será muy interesante mostrárselo y ver su reacción”. También compartirá con él algunos de los lemas que rigieron la vida del tío Howard, hedonista y muy comprometida con su arte. “Nunca olvidaré, por ejemplo, una frase de la que estaba muy orgulloso, y que dejó escrita en su nevera antes de morir: “¡Hay tanta belleza en el mundo! Esa es la razón de que me haya metido en tantos líos”.
¿Cómo habría ampliado su filmografía si no hubiera muerto? Nunca lo sabremos, aunque Aaron te hace salivar cuando cita proyectos que sabe que andaban por ahí: “Madonna le había propuesto algo, que probablemente terminó siendo En la cama con Madonna. Tenía escrita una adaptación de la novela gay Eustace Chisholm and the Works de James Purdy. Y hace poco me enteré de que, cuando estuvo viviendo en Londres, comenzó a desarrollar un proyecto con David Bowie”.
EL DOCUMENTAL UNCLE HOWARD SE ESTRENA EL 10 DE MARZO EN LOS CINES GOLEM MADRID (C/MARTÍN DE LOS HEROS, 14).