La primera vez que visitó Japón fue en 2004, y el flechazo con el país en general, y con Tokio en particular –después se enamoraría aún más de Osaka– fue instantáneo. Eduardo P.V. Rubaudonadeu trabajaba por aquel entonces para la extinta revista gay Zero y, como gran apasionado de los viajes que es, sabía que debía ir allí a hacer uno de sus reportajes viajeros. Tras haber visitado Hong Kong, su instinto le decía que tenía que descubrir Japón, y no le falló. “Me fui dos semanas”, recuerda. De inmediato conectó con la vida allí, a pesar de no hablar el idioma, que sin duda considera que es el principal problema de adaptación al que se tiene que enfrentar cualquier turista occidental (“sobre todo porque casi no hablan inglés. Suerte que en el metro las estaciones sí están traducidas a ese idioma”).
Su primera anécdota relevante le hizo ver que la honestidad es uno de los valores más importantes de la cultura japonesa. “La noche que llegué me dejé en un parque todo mi dinero y la tarjeta de crédito”, cuenta. Lo dio todo por perdido cuando fue consciente en el hotel, pero aun así regresó al día siguiente al lugar, con el corazón latiéndole a toda velocidad, sin esperanza alguna. “Estaba todo allí”, asegura. “Quien lo encontró, lo metió en una bolsita, por si llovía, para que no estropeara nada”. Increíble pero cierto.
Desde entonces, Eduardo, que se mueve principalmente a caballo entre Madrid, Escandinavia y Japón durante todo el año, compagina proyectos personales con encargos para sus clientes, y uno de sus fuertes son precisamente los reportajes que hace de los lugares que visita. En Japón ha encontrado un auténtico filón y una gran fuente de inspiración, y no solo profesional, aunque también. “Salvo el año pasado, que no pude ir por cuestiones laborales, todos los años me voy un mínimo de tres meses, bien en primavera o en otoño”.
“Se folla mucho en Japón. Solo que hay que aceptar sus normas, no le puedes entrar a un japonés directamente”
Este gran amante del frío quiso experimentar un año el invierno allí, en 2013. “Aproveché para ir a estudiar fotografía en tres dimensiones, e hice varias cosas, como una portada de un single de Spunky”. Hacer vida de estudiante le permitió zambullirse aún más en el auténtico ritmo diario de Tokio. “La gente es supereducada y puedes hacer una vida muy similar a la de aquí, aunque sientes un mayor respeto de todo el mundo en general. Es verdad que se trabaja mucho, pero se disfrutan también mucho los ratos libres, y en ese caso como yo estudiaba…”.
La extremada educación de los japoneses es, junto con su honestidad, la otra gran cualidad que destaca Eduardo. “Hasta te hacen reverencias cuando te dan el cambio, y cogen la tarjeta de crédito como si fuese un tesoro. No tiene nada que ver con China, por ejemplo”. Esa manera de ser influye también en la manera de ligar, explica. Allí no recomienda intentar llegar y besar el santo, porque no están acostumbrados a actuar así. Pero asegura Eduardo que eso no significa que no se pueda ligar. “Dicen que es muy difícil, pero yo no lo veo así, se folla mucho en Japón. Solo que hay que aceptar sus normas, no le puedes entrar a un japonés directamente. Pero les sonríes, te tomas primero un sake de rosas con ellos… No sirve el ‘aquí te pillo, aquí te mato”. Incluso en los balnearios denominados Onsen, repartidos por toda la geografía del país, ha tenido experiencias al rojo vivo. “Bañarte desnudo en rocas volcánicas, al aire libre, resulta una experiencia muy gay. Estás a veinte grados bajo cero fuera pero a cuarenta en el agua, es una situación muy extraña. He llegado a tontear con gente del yakuza, porque es el único sitio en donde pueden exhibir sus tatuajes sin problema. Allí aplican la manga japonesa, nunca mejor dicho”.
¿Cómo se vive la homosexualidad en el día a día de Tokio?
Cuenta Eduardo que, si bien la homosexualidad está aceptada, no resulta especialmente visible en el día a día. “Solo en las manifestaciones del Orgullo. Entonces es el momento, es la situación y el lugar, eso es muy japonés”. Lógicamente, las excepciones son las zonas gays, y hay dos principales, Shinjuku y Ueno. “En Shinjuku Ni-Chome los bares gays son muy pequeñitos, casi tipo tasca, y una vez al mes abren las discotecas, que tampoco son muy grandes. Esta zona es como más de jovencitos, y Ueno es más para hombres maduros, que buscan emborracharse, que les traten bien y poner sus canciones en el karaoke. En esos locales es donde más directos son para ligar…, hasta el punto de llegar a ser pegajosos”.
Cuenta que no es habitual ver a parejas gays de manera habitual en las calles de Tokio, y menos entre semana, durante los días laborales todo el mundo se relaciona principalmente con sus compañeros de trabajo. “Cuando salen de currar toman algo en grupo, en plan tranquilo”. No se lleva el desmelene entre semana, por lo que ha vivido. “Existe la juerga, al nivel que tú quieras, siempre que tú quieras, pero no es lo que se busca allí habitualmente, ni te lo pide el cuerpo. Te acostumbras al tipo de vida de hormiguita que llevan ellos”.
Otro de los grandes atractivos de Tokio es su oferta gastronómica, que en absoluto se limita a la idea que tenemos aquí de la cocina japonesa. “A mí no me gusta el sushi, pero eso no me supone ningún problema, por mucho que me pierda los cientos de tipos que puedes encontrar. Porque hay muchísimo donde elegir, y en general la comida es fresquísima y muy rica. La variedad es inmensa, tanto en restaurantes como en supermercados”. Lo sorprendente es que, en muchas ocasiones, en estos últimos ni siquiera haya dependientes. “En los puestos donde suelo comprar la fruta, llegas, la coges y dejas el dinero, y solo al final del día aparece alguien a hacer caja. Algo impensable en España”. Esa confianza que se respira también ha atrapado a Eduardo. “No eres consciente de actitudes violentas, ni de robos; si te olvidas algo en un sitio sabes que lo vas a recuperar. La de veces que me he olvidado el iPhone, y siempre me lo han devuelto… Esa tranquilidad, nada habitual en otros países, se agradece, porque te hace la vida fácil”.
¿Cuáles son los planes que más recomienda para sacarle todo el partido a Tokio?
Estas son las recomendaciones de Eduardo P.V. Rubaudonadeu para sacarle todo el partido a Tokio:
SHINJUKU
“Es la principal zona gay, en la que encuentras más de doscientos bares muy pequeños, y fiestas semanales o mensuales (como Masquerade Men’s Club MEAT, Aisotope Lounge o Haard) más occidentalizadas. También cuenta con saunas muy grandes, como las de la cadena Kaikan”.
PARA COMER
“Recomiendo los bento box de las estaciones del Shinkansen [la red ferroviaria] y las especialidades callejeras. Y evitar la supercostosa Ginza. Para degustar cocina muy auténtica precios populares, las cadenas de Ramen, Matsuya, Yoshinoya o Sukiya. Y, por supuesto, hay que ir a un restaurante de cocina kaiseki o a una izakaya”.
KIYOSUMO
“Es uno de mis parques favoritos, junto con Hamarikyu, Rikugien, Mukojima-Hyakkaen o Koishikawa, donde disfrutar con la ceremonia del té matcha. El parque de Ueno es perfecto para disfrutar de una comilona sobre un tapete azul a la sombra de un sakura [el cerezo en flor]”.
HARAJUKU
“Un paseo dominical por Harajuku, en el barrio de Shibuya, es imprescindible. Y quienes quieran hacerse unas fotos tremendas, en las maquinitas purikura. Y los fans de todo lo relacionado con la electrónica no pueden dejar de visitar la zona de Akihabara”.
TAKARAGAWA ONSEN
“Para disfrutar de un baño al aire libre en el Japón profundo y dormir en un lugar mágico, a solo hora y media de Tokio. Imprescindible. Otra opción similar es Hakone, donde se degustan huevos en plenas aguas volcánicas naturales y espectaculares vistas del monte Fuji”.
FOTOS TOKIO: EDUARDO P.V. RUBAUDONADEU
MÁS INFO SOBRE EL TRABAJO DE EDUARDO P.V. RUBAUDONADEU EN www.flickr.com/photos/rubaudonadeu/collections/