25 años son muchos. Más para una girl band como TLC, uno de los grupos emblemáticos de la historia del r’n’b, que pasaron de trío a dúo tras la muerte, hace 15 años, de Lisa ‘Left Eye’ Lopes, y que desde desde entonces nunca han logrado vivir otro momento de gloria similar al que protagonizaron en los 90.
Anoche actuaron por primera vez en Londres, en Koko, una coqueta sala de medio aforo para la que agotaron las entradas en horas. La expectación era máxima. No solo por ser su debut en vivo en la capital británica, también porque presentaban el que será el 30 de junio su quinto y último álbum como TLC, al que han dado el nombre del grupo.
El público era muy variado, de veinteañeros a cuarentañeros principalmente. Con abrumadora mayoría femenina y muchos menos gays de los que en un principio cabía esperar. Media hora antes de que comenzara el concierto, TLC hicieron un breve meet and greet en el que tuvimos la suerte de estar. T-Boz y Chili, encantadoras, estaban abrumadas por las muestras de cariño de los –pocos– afortunados fans que tuvieron acceso al encuentro, y firmaron discos y, cómo no, la revista Shangay de mayo en donde aparecía un artículo sobre ellas. A la vez, el DJ de su grupo, todo un showman enmascarado, calentaba el ambiente con hits de de r’n’b y hip-hop actuales –aunque también dejó caer un tema de Ed Sheeran con el que parecía querer ganarse al respetable británico (tampoco era necesario, pero bueno)–.
A las 20’40h, comenzó el show. En el escenario, batería, bajo, teclista, el DJ y cuatro bailarines –dos hombres y dos mujeres– que parecían, tanto por sus looks como por su manera de bailar, desdencientes directos de New Edition. TLC aparecieron al ritmo de Diggin’ On You, y la sala se venía abajo. Chili, en plena forma, se unía a las coreografías, mientras TBoz se entragaba a un descarado playback que no abandonó en todo el show. Y en momentos puntuales, tres vientos se unían a la fiesta, mientras de fondo, ilustraban los temas las características proyecciones de serie B tan habituales en shows de r’n’b –las de la última gira de Mary J. Blige, King + Qeen of Hearts World Tour, eran similares–. ¿Que suena Red Light Special? Bombillas rojas al canto. ¿Llega Joyride? Pues carreteras entre rascacielos multicolor. Ese rollo tan obvio como efectivo.
La selección de canciones fue, sin duda, muy afortunada. El concierto se dividió en tres segmentos centrales, de unos 20 minutos cada uno, tras el que llegaría el único bis. Abrieron la primera parte con Diggin’ on You y la cerraron con Red Light Special, en la que subieron a un fan masculino al escenario con el que Chili roneó un poco. Entre medias sonaron clásicos como Ain’t 2 Proud 2 Beg y Silly Ho, en versiones idénticas a las grabadas en su día. Y entre cada descanso de las artistas, el DJ se dedicaba durante 5-10 minutos a seguir disparando éxitos y, de paso, estirar el tiempo del show.
La segunda parte la abrió Baby-Baby-Baby, con Chili y T-Boz ya más comunicativas con el público y con Creep como punto álgido del segmento. Llamaba la atención que en ningún momento hablaran de ‘Left Eye’ –cuando una buena parte del público llevaba la parte inferior del ojo izquierdo pintado de negro, como solía hacer la rapera–, y así fue hasta el final. Hasta el punto de que en No Scrubs ni siquiera rescataron su mítica intervención. Aunque al público no parecía importarle. La tercera parte del concierto estuvo centrada en su nueva música. “Este es nuestro nuevo single”, dijo T-Boz tras interpretar la funky It’s Sunny –con guiño a Earth, Wind & Fire incluido–. “No”, le corrigió Chili. “Es una canción de nuestro nuevo disco, el single viene ahora”. Y arrancó Way Back, que junto con Haters y Joyride fueron las cuatro canciones de su próximo álbum que interpretaron. “Suenan como si fuesen canciones de las suyas de antes”, comentaba un grupo de chicas a mi lado. Y así es, empastaban de maravilla entre sus clásicos de siempre, y que no desmerecieran dice mucho de su esfuerzo por despedirse con un disco digno.
El gran colofón, como cabía prever, fue Waterfalls, hora y cuarto después del inicio. Y ahí por fin llegó el gran homenaje a ‘Left Eye’. Con la banda al completo sobre el escenario, se incorporó también un mini coro góspel que dio un toque épico y muy emotivo a la canción, y entonces sí fue Lisa Lopes la gran protagonista, con imágenes suyas durante todo el tema en las pantallas y sus compañeras, visiblemente emocionadas, dando a entender, sin necesidad de decir nada, que era una parte de TLC irremplazable.
No fue lo que se dice un concierto redondo, pero sí una celebración en donde imperó la nostalgia, pero sin ahogar la comunión con el público, que no sintió que estuviéramos ante viejas glorias. Sí, habríamos agradecido que T-Boz se atreviese más con el directo, pero lo cierto es que se las veía tan cómodas como encantadas de celebrar sus bodas de plata, tal y como verbalizaron casi al final del show. Y el hecho de que las canciones nuevas no rompiesen con la magia de sus hits hizo mucho por el bien de este show que tenía tanto de bienvenida –a Londres– como de despedida –de un proyecto que ya parece tener los días contados–.