FOTO Jerónimo Álvarez
Ya se habla de ella como candidata segura al Goya a la mejor actriz del año que viene. No está nada mal. Por su papel en la película de Lino Escalera No sé decir adiós, Nathalie Poza ya obtuvo el premio a mejor actriz en el reciente Festival de Málaga, y coincide con este estreno el de la función teatral Sueño, dirigida por Andrés Lima –el director con el que más teatro ha hecho como parte de la compañía Animalario–. En esta ocasión coinciden en una personal adaptación de Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, que forma parte de la nueva temporada del proyecto Comedia del Teatro de la Ciudad, estrenada en el madrileño Teatro de la Abadía.
Son dos aventuras importantes para la actriz, que tras su breve papel en Julieta tiene a sus 45 años dos estupendas oportunidades de lucimiento. Y dos posibilidades muy bien aprovechadas para mostrar registros distintos. Frente a la dualidad de Sueño, en donde mueve entre la fantasía y la realidad e interpreta a distintos personajes, en la descarnada película con la que debuta Escalera se entrega a Carla, una mujer aparentemente fuerte, aunque muy frágil por dentro, que se enfrenta junto a su hermana (Lola Dueñas) al cáncer terminal de su padre, interpretado por Juan Diego.
SHANGAY ⇒ ¿Qué piensas al comprobar que estrenas a la vez dos proyectos cuyo tema central es la muerte?
NATHALIE POZA ⇒ Da miedo, ¿no? [risas]. Yo que a veces me río de las casualidades… Supongo que coincide también en ambos un componente generacional, porque los dos directores querían hablar de esa herida que todavía no tienen cerrada, de lo que supone despedirse de un ser querido (en los dos casos, el padre), de la comunicación, o falta de ella, en el nucleo familiar… Me toca ahondar en este tema, y son dos oportunidades de volcar mi experiencia personal.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo es este Sueño de Andrés Lima?
NATHALIE POZA ⇒ Me ha hecho enfrentarme a un código que nunca antes había tocado, porque mezcla dos planos. Uno, el naturalista, el que muestra a un hijo, al que interpreto yo (aunque en realidad es Andrés, porque tiene un componente autobiográfico), despidiéndose de su padre en una residencia de ancianos. Por otro, el de lo onírico, porque en su cabeza aparecen los enamorados de Sueño de una noche de verano, aunque es una versión totalmente libre.
SHANGAY ⇒ ¿Interpretas a un hombre entonces?
NATHALIE POZA ⇒ Es que abordamos el tema del transgénero. No es el centro de la función, pero Andrés se sentía atraído, como todos, por estos temas, y más viendo la que está cayendo. El teatro te ofrece la posibilidad de romper con más facilidad las barreras entre lo masculino y lo femenino. Yo no me disfrazo, ni llevo prótesis, ni siquiera me hago una coleta: me basta con coger la esencia de ese hijo, digo que lo soy, y el espectador se lo cree; esa es la maravilla del teatro. Ainhoa Santamaría hace de Demetrio y yo también hago de Helena, y te puedo asegurar que cuando la representamos me enamoro de ella, y no me planteo si es una mujer haciendo de hombre, lo que me interesa es la esencia del ser. Se trascienden las definiciones, y eso nos da mucha libertad.
SHANGAY ⇒ No estamos tan acostumbrados a verte en registro de comedia…
NATHALIE POZA ⇒ Y eso que en las obras de Animalario siempre ha habido humor, aunque amargo. Tampoco es esta una comedia al uso, ni tan ligera; debajo de cualquier gran comedia hay una gran herida, y al final nos reímos de cómo sufrimos patéticamente los seres humanos. Está siendo bastante catártico, porque me apetecía reírme de mi propia estupidez, que la tengo; y normalmente a los actores, que somos bastante egocéntricos, nos cuesta hacerlo.
SHANGAY ⇒ ¿Te sigue descolocando Andrés Lima con sus propuestas?
NATHALIE POZA ⇒ Siempre. Y tengo momentos en los que pienso “¿Qué hago aquí? Debería marcharme, no tengo ni puta idea de cómo se hace esto…”. Por eso es mi director favorito. No tiene miedo a si gustará o no lo que propone, y todos sus proyectos tienen algo muy peligroso que a mí, como espectadora, me encanta sentir cuando estoy en el patio de butacas. Cuando eres la protagonista de ese peligro, sientes mucho vértigo a la hora de lanzarte al abismo. Y agradezco que no resulte fácil hacerlo.
“El teatro te ofrece la posibilidad de romper con más facilidad las barreras entre lo masculino y lo femenino”
SHANGAY ⇒ ¿Qué es lo que más te gusta de Shakespeare?
NATHALIE POZA ⇒ Por un lado, su maestría del lenguaje, tiene una musicalidad que te lleva directamente a la emoción que necesitas. Por otro, su modernidad. Sueño de una noche de verano, en concreto, habla de la sexualidad desde un lugar que resulta muy actual: plantea la homosexualidad, utiliza la perversidad, se habla del maltrato, y también del deseo desde situaciones extremas.
SHANGAY ⇒ A partir de Julieta, y tras el premio en Málaga, estás viviendo una etapa de creciente exposición mediática. ¿Cómo llevas sentirte más observada?
NATHALIE POZA ⇒ En Málaga sentí sobre todo cariño, y fue una experiencia que disfruté muchísimo. Todo esto me lo tomo con mucha naturalidad, porque el teatro te pone todos los días los pies en la tierra. Cuando volví a los ensayos tras recoger el premio me daba la sensación de que lo único que hacía era equivocarme [risas]. Todos los días son una página en blanco, así que el trabajo te impide volverte loca.
SHANGAY ⇒ ¿Alguna vez te ha pasado?
NATHALIE POZA ⇒ ¿Lo de volverme loca? En la vida sí [risas]. Y si algo me ha salvado ha sido mi oficio. Es importante mantener la lucidez, porque este trabajo es muy intenso. En su momento, en una entrevista en Shangay precisamente, dije que me sentía más desdibujada en la vida que en el escenario. Y creo que a veces uno elige el oficio que es síntoma de tu patología… Tras esa necesidad de encontrar mi identidad estaba el mejor juego posible, el de poder vivir muchas identidades distintas. Y aunque parezca contradictorio, me escondo precisamente gracias a un oficio que te expone mucho.
SHANGAY ⇒ No parece que la popularidad te haya atraído nunca…
NATHALIE POZA ⇒ No, no soy carne de popularidad. Hay temporadas en las que desaparezco, hay mucha gente que no me reconoce, y no me preocupa no ser conocida. Cuando lo he vivido por aparecer en televisión me ha divertido, sobre todo porque siempre he sentido más cariño que otra cosa. Pero nunca he dejado de ir en el metro, ni esas cosas que hacen otros actores en Madrid. Porque lo suyo es ver a la gente y beber de ellos, hay que estar en la vida.
¿Cómo recuerda su experiencia de ‘chica Almodóvar’? ¿Y cómo lleva que ya la consideren candidata al Goya del año que viene por No sé decir adiós? Pasa página
SHANGAY ⇒ Tu experiencia con Pedro Almodóvar fue breve pero intensa. ¿Cómo la recuerdas?
NATHALIE POZA ⇒ Muy placentera. Cuando un director te elige para un proyecto es como si tu papá te volviera a coger en brazos. Y trabajar con Pedro es siempre un deseo pendiente para todos, al menos lo era en mi caso. Tenía muy poquito papel, pero disfruté viendo lo meticuloso que es, y observando ese universo único que tiene. Te deja con ganas de más.
SHANGAY ⇒ ¿Te entró la necesidad de darlo todo en los pocos minutos que tienes en pantalla?
NATHALIE POZA ⇒ Se me quitó ese miedo cuando vi claro que el espectador lo que hace es seguir a Julieta, yo no tenía más que dar lo necesario para que la historia continuara. No tengo que hacer la voltereta lateral, aunque sepa, cuando no me la piden. Si tienes eso claro, se te quita mucha responsabilidad y la posibilidad de cagarla pensando que es tu gran secuencia [risas].
SHANGAY ⇒ En el teatro te vales mucho más de la palabra, mientras que en una película como No sé decir adiós tu gran aliada es la mirada…
NATHALIE POZA ⇒Y los silencios. En las escenas en que Carla está más alterada por las sustancias que ingiere intenta elaborar argumentos sobre lo que le duele, que ayudan a entender su fragilidad. Pero en las escenas en que está aparentemente más lúcida, se muestra muy callada, y esos silencios también son importantes. A mí me encanta estar callada, no hablar.
“Me han nominado al Goya tres veces, y lo que pienso siempre es que lo que realmente quiero es que me den más papeles”
SHANGAY ⇒ Carla es un personaje muy potente, siempre al borde de caer mal, al que consigues que se le coja cariño…
NATHALIE POZA ⇒ Es que las actrices nos enfrentamos mucho a ese estigma de que parece que tenemos que esforzarnos siempre por que nuestros personajes caigan bien. Y no es así, lo que tenemos que hacer es ocuparnos de lo que le pasa, y lo que procuré ante todo fue entender su herida. Que veas a una mujer en un after a las diez de la mañana autodestruyéndose no es necesariamente algo antipático si entiendes por qué lo hace. Y si te cae mal…, pues te jodes [risas]. Aparentemente controla su vida, pero sufre una enfermedad muy propia de este tiempo. Y me produce mucha empatía lo franca que es; porque no molesta a nadie, no juzga a los demás y no miente; solo se hace daño a sí misma.
SHANGAY ⇒ ¿Ha sido duro dar vida a un personaje así?
NATHALIE POZA ⇒ Al principio lo fue, porque me provocaba cierto rechazo. Porque lo estaba juzgando; cuando me permití ser alguien que no soy, y decidí secretamente dedicarle este trabajo a mi padre, pensé que merecía la pena lanzarme, olvidarme de mí misma y formar parte de esta obra de arte hecha en equipo. Porque el teatro y el cine son lugares de comunión.
SHANGAY ⇒ ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando ya te citan como candidata segura al Goya el año que viene?
NATHALIE POZA ⇒ Es bonito escucharlo. Pero bueno, ya me han nominado al Goya tres veces, y lo que pienso siempre es que lo que realmente quiero es que me den más papeles. Porque a las actrices, pasada una cierta edad, es complicado que nos ofrezcan papeles tan atractivos como este. Me gustaría que darles vida no fuese algo tan excepcional.
LA OBRA SUEÑO SE PUEDE VER EN EL TEATRO DE LA ABADÍA (C/FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, 42) DE MADRID DEL 10 DE MAYO AL 18 DE JUNIO. LA PELÍCULA NO SÉ DECIR ADIÓS SE ESTRENA EL 19 DE MAYO EN CINES.