Hace poco se dio a conocer que la Real Cofradía del Lledó y de la diócesis de Segorbe-Castellón vetó la entrada en su junta directiva a un cofrade por ser homosexual. Se trata de Javier Gimeno, marido del conocido diseñador Higinio Mateu. La polémica saltó el 7 de mayo, día de la festividad de la Mare de Déu del Lledó, patrona de Castellón, en una procesión en la que Javier habría salido, como cada año, de barrero-porteador de la patrona. Al haberle vetado el ingreso en la junta directiva, fue él quien tomó la decisión de darse de baja del colectivo de barreros.
Ahora, Gimeno ha escrito una carta al papa Francisco pidiendo que interceda por él ante los responsables religiosos de Castellón. Quiere que la cofradía que le prohibió el acceso a la junta directiva “reconsidere su postura, abandone ese posicionamiento retrógrado y abrace a todos sus hijos por igual”.
El ex cofrade le ha explicado al pontífice de la Iglesia católica la polémica suscitada en la ciudad de Castellón durante las fiestas patronales en honor a la Mare de Déu del Lledó. En el mensaje dice: “Se trata de un episodio desagradable y profundamente lamentable, como ha resultado ser mi caso por ser homosexual y estar casado con un hombre. Yo, que he demostrado sobradamente mi profunda religiosidad y amor a nuestra madre: la Virgen María”. Ha añadido que se ha banalizado su fe y dignidad, por el hecho de haberse sometido a un “escarnio público” que no se merece. Advierte que esta discriminación “podría hacer mella” en él.
Gimeno le pide al papa que haga lo que pueda para que “esta institución tan arraigada y querida por todos los castellonenses, abrace a todos sus hijos por igual, que sea madre y consuelo, y que contribuya muy positivamente al desarrollo de la sociedad y al fortalecimiento de la fe y la religiosidad popular”.
En la misiva recuerda los “numerosos casos de pederastia y corrupción” que han provocado un “alejamiento evidente de la sociedad hacia la Iglesia”. Por último, pide al pontífice que actúe “por aquellas personas separadas o divorciadas que también forman parte de la Iglesia, y que no suponen ninguna amenaza para los valores familiares. La Iglesia no debe excluir a nadie y tiene que abrir los ojos a las nuevas formas de familia”.