Desde que Jesús Tomillero saltara a la esfera pública por ser víctima de la homofobia en el fútbol, el gaditano no ha desperdiciado su tirón mediático. En pocos meses ya lo hemos visto pasar por varios escenarios del mundo del corazón, el último, el plató de Cámbiame.
A todo esto hay que añadir otro mérito para que no se deje de hablar de él: sus memorias. El joven árbitro suma y sigue, no quiere dejar escapar este tren que le ha brindado la vida, aunque en un comienzo fuera desagradable.
El libro relata su salida del armario y reflexiona sobre la homosexualidad en el deporte. Así lo ha hecho saber a través de sus redes sociales, en las que ha publicado el inicio del primer capítulo. Ha anunciado que saldrá próximamente a la venta. Aquí os dejamos un anticipo:
El día en el que vine al mundo y a posterior.
No puedo hablar mucho sobre mi nacimiento, solo lo más básico. Nací un sábado, 24 de diciembre de 1994, en la Línea de la Concepción, Cádiz. Si hizo frío, si hizo sol, si llovía o hubo un tsunami, eso ya no lo sé. Tampoco supe que las Telecomunicaciones por Cable y TV Local funcionarían a partir del año siguiente o que el Parlamento ruso exigía a un tal Yeltsin que finalizase una guerra en Chechenia. Tal y como están las cosas ahora, es como si no hubiesen avanzado nada.
En fin, imagino (y confío) que, para mis padres, fui todo un regalo. ¡Qué digo! Fui lo mejor de aquellas Navidades. Mis padres, progenitores, Jesús Tomillero y María del Mar Benavente. Poco puedo recordar de ellos, vamos a ver, era un recién nacido. Pero supongo que les gustó recibirme en épocas navideñas ya que la gente lo tenía más fácil a la hora de regalarles algo. Pañales, bodys para bebé, zapatitos, ropa, biberones, una cuna,… Creo que, en lo que a cuidados se refiere, hacían lo que podían y lo hacían bien. Lo repito: poco puedo recordar.
El tiempo pasó y, sin que yo me diera cuenta –mis padres sí que se dieron cuenta-, fui creciendo. Aprendí a gatear, aprendí a caminar, a decir alguna que otra palabra como mamá o papá y me entretenía viendo los dibujos que echaban por las cadenas de televisión de aquel entonces (Telecinco, La 2, TVE-1, Antena 3). Supongo que vería Ring-Ring y Tele vi que te vi entre otros, ya que los programas infantiles solo los emitían Telecinco y TVE-1. O quizás me pasaba el día viendo los dibujos de los cuentos que mis padres me leían.
Sin ningún aviso, el año 1996 hizo su entrada y, tras esperar un tiempo, me otorgaron el mejor regalo que a día de hoy conservo. Mi hermano pequeño, Jonathan. O Jhoni, como así le llamo. El día de su nacimiento, La Real Academia admitía la palabra “informática” entre sus páginas y unas protestas en Lugo contra el mapa de centros de la ESO que había, ocupaban secciones en los periódicos nacionales. El trabajo que tenían conmigo se les doblaba… es broma: eso tampoco lo sé. Mi hermano y yo tenemos una unión de hermandad tan fuerte que creo que hasta llorábamos, dormíamos y nos hacíamos caca al mismo tiempo. Me apuesto lo que sea.
A mis tres años de edad, sin comerlo ni beberlo, la vida de mi hermano y la mía (sobre todo), dieron un giro de 180 grados. Puede que no me acuerde cien por cien de lo que sentía, pero la sensación de falta me sigue persiguiendo incluso a día de hoy. Mi padre, quien me dio la vida junto a mi madre, falleció. Y, antes de que me pudiera dar cuenta, ella nos metió a mí y a Jhoni en un centro de menores.
Se convirtió en personaje público cuando denunció públicamente la homofobia a la que se enfrentaba en su trabajo: arbitrar partidos de fútbol. La noticia saltó en septiembre de 2016, cuando él mismo lo anunció en Twitter: “Hoy, en mi segundo partido, vuelven los insultos por mi condición sexual. Lo peor de todo es que han sido por parte de un árbitro”.
El desagradable suceso se dio en el partido entre el Atlético Zabal y el Lassalle, de la segunda división infantil andaluza, que se interrumpió en el minuto 48 cuando un espectador le gritó a Tomillero: “¡Retírate que hay que ser maricón! ¡Vete a Gran Hermano, chula! ¡Eres un maricón de mierda!”. Después de la lamentable situación, el gaditano denunció la agresión a la Federación Andaluza de Fútbol y a la Policía Nacional.
Desde entonces ha sido bautizado como el primer árbitro español en reconocer públicamente su homosexualidad, todo un escarmiento para los que ven esta orientación sexual como algo ajeno al mundo deportivo. No era la primera vez que el joven se enfrentaba a este tipo de agresiones, en mayo del pasado año se retiró por los insultos que recibía; meses después decidió volver a pisar el campo.
Se vio respaldado por los medios de comunicación, que se volcaron en hacer denuncia social de lo ocurrido. A partir de ese momento le han salido varias oportunidades en el mundo de la televisión. Lo hemos podido ver en más de una ocasión en el plató de Sálvame, como concursante en el reality SalvameSnowWeek y en Cámbiame. Sus relaciones amorosas han sido el eje central de sus intervenciones en Telecinco.