“Iba a fichar a un jugador importante, me he enterado de que es maricón, ese no le meto en el vestuario”. Si por algo se caracterizaba el difunto Jesús Gil, era por no tener pelos en la lengua. En 1990, mucho antes de que se legalizase el matrimonio homosexual en nuestro país, se jactaba de no fichar para su Atlético de Madrid al delantero alemán Jürgen Klinsmann porque “me he enterado que pierde aceite”. Hace unos días, recordaban en la Cadena Ser el episodio.
Además de sus condenas por fraude y corrupción, Gil era famoso por sus excesos en los medios, y todo este tipo de performances ante el micrófono no resultaban altisonantes en la época. ¿Qué ocurriría ahora? Lo que sí está claro es el deporte sigue siendo el gran tabú en lo que a la visibilidad LGTB se refiere…