Playa de Torimibia (Llanes)
Quedan pocos, pero aún hay algún rezagado que no conoce los secretos que se ocultan en la pequeña región del noroeste de la península ibérica flanqueada por las comunidades de Galicia y Cantabria y la provincia de León. La historia y su envidiable geografía han ido forjando Asturias hasta convertirla en el paraíso que es hoy día: un auténtico museo al aire libre. Mar y montaña se dan la mano en el Principado, que alberga un total de seis Reservas de la Biosfera, ideales para desconectar de la rutina y perderse. El mar Cantábrico baña las más de 200 playas, como las de Torimbia (Llanes) y Rodiles (Villaviciosa), que sirven de destino para los más de dos millones de turistas que eligen Asturias como lugar de vacaciones.
Hórreos
Lo más curioso es que todo esto se encuentra en un territorio que tan solo ocupa el 2% de la superficie de España, un valioso tesoro introducido en un pequeño cofre que acaba enamorando a cualquiera que lo visita. Uno de esos secretos que configuran el ADN de Asturias son los miles de hórreos que ocupan toda la región. Estos graneros de madera levantados del suelo sobre pilares son uno de los iconos más característicos de la tierra, y se consideran parte del patrimonio etnográfico que acoge la comunidad. Seguro que no hay ningún visitante que no se haya encontrado con uno de ellos, y si no lo creen, pueden preguntar a la gran cantidad de peregrinos que cruzan estas tierras para llegar a la catedral de Santiago de Compostela. Los Caminos del Norte, que fueron declarados recientemente Patrimonio de la Humanidad, son una de las vías más transcurridas para arribar a la capital gallega y descubrir los orígenes del mítico ‘camino’.
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Iglesia de Santa María del Naranco (Oviedo)
Entre todas estas verdaderas joyas, fruto de una cultura y una tradición que se remontan a la prehistoria, Asturias esconde huellas de dinosaurios, construcciones megalíticas o vestigios del pasado prerrománico como el palacio de Santa María de Naranco (Oviedo), cuya ventana trífora da forma al logo que desde hace décadas representa a Turismo de Asturias. Además, los asturianos pueden presumir de poseer cinco cuevas con preciadas muestras de arte rupestre correspondiente al Paleolítico Superior.
No puedes irte de Asturias sin disfrutar de una de sus vivencias únicas, y son realmente únicas porque hablamos del oso pardo, una especie en peligro de extinción que cuenta con 200 ejemplares en este territorio, icono del buen estado de conservación del mismo. Teverga, Somiedo o los municipios que comprenden la comarca de Fuentes del Narcea (Cangas del Narcea, Degaña e Ibias) son las mejores opciones para seguir las huellas del oso pardo, una auténtica aventura para los amantes del senderismo y, por supuesto, de los animales.
Pero Asturias no es solo su naturaleza. Una vez hayas descubierto todos y cada uno de estos secretos, es imprescindible visitar las ciudades que avalan el espíritu urbano, cosmopolita y moderno de la comunidad. Hablamos de la capital Oviedo, Gijón y Avilés. Tres estilos y personalidades diferentes entre sí que confluyen en una intensa vida cultural y social, con un espíritu abierto y animado con el que nadie se siente extranjero.
El Principado también tiene mucho que ofrecer a aquellos que no busquen relajarse, sino más bien lo contrario: vivir experiencias excitantes en un entorno de lujo. Esta región está repleta de caminos que discurren por la costa y la alta montaña ideales para los amantes del trekking, la escalada, la bicicleta de montaña, el esquí alpino, el piragüismo [imprescindible hacer el conocido descenso del Sella], el surf o el parapente. De hecho, con este último puedes lanzarte desde el mirador de Següencu (Cangas de Onís) y disfrutar a vista de pájaro del mar Cantábrico, los Picos de Europa o el Real Sitio de Covadonga. Pero recuerda que es algo reservado solo para los más valientes.
Si por el contrario, eres de los que prefieren tener los pies en la tierra, puedes coger una bicicleta y emular las gestas de grandes ciclistas como Jan Ullrich o Laurent Jalabert, y enfrentarte a pendientes con más de un 30% de desnivel durante la ascensión a cimas míticas en la Vuelta Ciclista a España como son la Farrapona (Somiedo) o el matador Angliru (Riosa).
Si algo está claro, es que existe una Asturias diferente para cada persona. Seas amante del deporte, un apasionado del mar, un enamorado de la historia y el arte o simplemente un turista que, por cualquier razón, ha escogido el Principado como destino, esta tierra única tiene todo aquello que invita a la desconexión, al encuentro con la naturaleza, a dejarse seducir por el riesgo y la adrenalina… En definitiva, a vivir Asturias.
Para cuando lo hayas hecho, ya estarás deseando volver, ya sea por sus paisajes, su mar, sus huellas del tiempo, sus gentes o su rica gastronomía, que conquista los paladares de medio mundo. Todos ellos secretos imposibles de guardar. Siendo sinceros: ¿quién se resistiría a no dar a conocer tanta maravilla? Al contrario, debería ser una visita obligada para aquellos que aún no conocen el Principado de Asturias. Así que no dudes en compartir uno de los mayores tesoros que guarda nuestro país: este auténtico paraíso natural.
Sabor Asturiano
Sus fronteras deberían anunciar: “Bienvenidos al paraíso del buen comer”. La gran despensa natural de Asturias es garantía de una cocina reconocida en todo el mundo. Prueba de ello es la decena de productos que hasta la fecha han sido merecedores de la Denominación de Origen Protegida.
Más allá de platos tan conocidos como la fabada, potes, mariscos o deliciosas carnes, uno de los iconos gastronómicos del Principado son sus quesos. El Cabrales o el Gamonéu, de fama internacional, maduran de forma tradicional dentro de cuevas, y combinan de manera excepcional con la reina por excelencia: la sidra asturiana. Una sidra natural que aún mantiene vivo el arte del escanciado. Porque los platos con sabor asturiano están para chuparse los dedos.
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