De un modo u otro, los actores siempre han proyectado dos identidades: la personal y la de su papel en cuestión. Pero a Taron Egerton, tal y como él ha reconocido en alguna ocasión, no le interesa interpretar a un tipo serio que se aleje de su forma de ser. Risueño y divertido, su sonrisa ya es una de las que más brillan en el firmamento hollywoodiense, escaso de talentos emergentes como el galés.
Mientras se consolida en la gran pantalla, comienza a acumular papeles protagonistas –mención especial a cómo se mimetizó con el esquiador Eddy Edwards en Eddy, El águila– al tiempo que muestra una conexión más que especial con Elton John: interpretará al cantante británico en su biopic Rocketman, aunque no sabemos si esa decisión se tomó después de ver cómo Taron entonó el mítico I’m Still Standing en ¡Canta!, donde puso voz al gorila Johnny. Esa versatilidad seguro que le llevará hasta Broadway próximamente. Aunque sin duda, fue la taquillera Kingsman: Servicio secreto el factor diferencial de su carrera.
Dos años después, la socarrona cinta sobre espías dirigida por Matthew Vaughn presenta su secuela y otorga todos los focos al protagonista de estas líneas. En Kingsman: El círculo de oro, Egerton vuelve a interpretar a Gary ‘Eggsy’ Unwin, ya como agente de pleno derecho, encargado de salvar al mundo de las garras de una agencia de inteligencia internacional que pretende hacer saltar por los aires Londres. Muy atentos a su notable reparto –Jeff Bridges, Julianne Moore, Halle Berry, Channing Tatum o el chileno Pedro Pascal– y su paterno-filial química con Colin Firth, su Obi-Wan Kenobi particular. El alumno pronto eclipsará al maestro.