Hay historias que podrían encoger hasta el corazón de una piedra si se lo propusieran, y hoy venimos a contaros algo así. El animal que veis en la imagen nos ha enternecido por completo. Es una tortuga gigante, se llama Jonathan, tiene unos 186 años y su historia de amor es increíble.
Al pasar los 150 años, el carácter de Jonathan se volvió un poco difícil de llevar, y sus cuidadores pensaron que la tortuga necesitaba a alguien especial a su lado. Por ello, en el año 1991, le trajeron a Federica, otra tortuga con la que Jonathan compartía absolutamente todo. Juntos dormían, comían, jugaban y también hacían frecuentes sesiones de apareamiento.
Con tanta actividad sexual entre las tortugas, los cuidadores se extrañaban de que no hubieran tenido descendencia todavía, pero no le dieron mayor importancia. La tortuga Federica sufrió una lesión en su caparazón y tuvo que recibir atención médica. Gracias a esto, sus cuidadores se enteraron de que Federica no era una hembra como ellos pensaban, sino que la pareja no había podido tener hijos porque ambos eran machos.
Los médicos aseguran que Jonathan no se separó de su amigo en ningún momento del tratamiento de recuperación, así que podríamos estar ante una de las historias de amor más bonitas del mundo. Jonathan reside junto a Federica y otras tortugas gigantes en Santa Elena, la remota isla africana en la que murió exiliado Napoleón. Actualmente, ha perdido el olfato y la vista, pero aún conserva su fino oído.