Muchos son los escépticos que piensan que San Valentín lo inventaron los grandes centros comerciales, pero lo cierto es que su origen se remonta a la época del Imperio Romano.
San Valentín de Terni era un sacerdote que ejercía en Roma en el siglo III, cuando gobernaba el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios entre los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia serían mejores soldados y más fieles al Imperio.
El sacerdote, que consideró que el decreto era injusto y atentaba contra el amor, desafió al emperador celebrando en secreto matrimonios entre los jóvenes enamorados.
Por supuesto, el emperador no tardó en enterarse y ordenó encarcelarlo. El emperador hizo torturar a Valentín por desobedecer sus órdenes y, finalmente, ordenó que lo ejecutaran el 14 de febrero del año 270.
Por esta historia, se eligió este día como fecha internacional de la celebración al amor. Una tradición que nació en los países anglosajones alrededor del siglo XIV y que fue exportada al mundo durante el siglo XX.
¿Sabes a qué huele San Valentín?
Igual que ahora San Sebastián es considerado el patrón de los homosexuales, San Valentín se ha convertido en el día donde las parejas de enamorados expresan su amor mutuo. Se celebra el 14 de febrero, onomástica de San Valentín. En algunos países se conoce como el Día de los enamorados y en otros como el Día del amor y la amistad, ya que el amor también puede ser entre familiares y amigos.
En cuanto a su protagonista, Cupido (o Eros en la mitología griega), es un personaje de la mitología romana, el dios del deseo amoroso. Según la versión más conocida, es el hijo de Venus, la diosa del amor, y de Marte, el dios de la guerra.
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Se le representa generalmente como un niño alado, con los ojos vendados y armado de un arco. Cuyas flechas provocan el deseo de amor o enamoramiento de todo aquel que alcanza, victima que caerá profundamente enamorada de la primera persona que vea tras recibir el flechazo.
Cupido, que significa deseo, nació en Chipre, y según cuenta la historia tuvo que ser escondido en los bosques y fue amamantado por las fieras. Venus no osaba tenerle consigo, temiendo el carácter de Júpiter, el dios de los dioses, quien previendo todo el mal que el niño haría al mundo con sus poderes, decidió fulminarlo al nacer.
El Destino, sin embargo, permitió que Cupido se mantuviera vivo. Se formó hermoso como su madre y audaz como su padre. Y cuando fue mayor, Venus le regaló un arco y flechas de oro. Las flechas eran de dos especies: unas tenían punta de oro, para conceder el amor, mientras que otras la tenían de plomo, para sembrar el olvido en los corazones. Flechas a las que no eran inmunes ni hombres ni dioses ni siquiera él mismo.