Las reglas del juego han cambiado, las películas sobre estudiantes que prueban por primera vez las mieles de la libertad en su etapa universitaria –o previa a la misma– ya no tienen ese tono de comedia almibarada o de cine slasher –tan popular en los años 90 a causa del éxito de la saga Scream–, que parecía inherente a la temática adolescente. La tendencia parece anunciar que este género ha madurado y se ha tornado más oscuro y arriesgado. Si ya en Crudo, la película de Julia Ducournau que triunfó en 2016 en festivales como el de Cannes, pudimos disfrutar de este giro algo lóbrego cuando su protagonista descubre su adicción a la carne cruda en su primer año de carrera, ahora en Thelma encontramos un esquema similar, aunque con unos actores muy distintos y más cercanos al género del cine de terror fantástico.
La cinta noruega, galardonada en los festivales de Sitges y Mar del Plata, nos presenta a Thelma, una joven perteneciente a una familia cristiana y muy conservadora que ve cómo sus esquemas comienzan a romperse cuando se abre a su nueva vida en la Universidad de Oslo. Nuevas rutinas, nuevos amigos, nuevas experiencias… Un chute de energía que se ve truncado por una desconocida atracción hacia su compañera Ania. La joven siente una liberación de la hasta entonces opresora palabra de Dios, un nuevo bienestar que, a pesar de que supone un conflicto interno para ella, le causa mucha satisfacción. Pero a medida que sus sentimientos crecen empiezan a ocurrir sucesos inexplicables a su alrededor. Actos paranormales que la impulsan a buscar en su pasado y la llevarán a descubrir trágicos secretos que marcaron su vida, y probablemente harán lo mismo con su futuro; y es que puede ser que ella misma sea la causa de todo lo que sucede.
El sexo, sus primeros contactos con las drogas y el deseo hacia una persona de su mismo sexo son los detonantes de una ruptura con la sociedad más arcaica. Una espiral de confusión que, al igual que a Thelma, podría aplicarse a todos aquellos que han recibido su misma educación, y que el director Joachim Trier aliña acertadamente con toques de ciencia ficción que nos remiten a clásicos como Carrie o la más reciente Déjame entrar.