El cine de Sebastián Lelio se ha convertido en referente para la comunidad LGTBI mundial. Meses después de ganar un Oscar por Una mujer fantástica, que también se hizo con un Goya y acaba de arrasar en los Premios Platino –donde logró cinco galardones, incluidos mejor película iberoamericana, mejor dirección y mejor actriz, para el icono trans Daniela Vega–, Lelio se dispone a estrenar muy pronto Disobedience, protagonizada nada menos que por Rachel Weisz y Rachel McAdams. Si en Una mujer… la protagonista era una mujer trans –y ha provocado en Chile un importante movimiento social para que las personas trans tengan por fin los mismos derechos que las demás, en esta ocasión–, Disobedience la protagonizan dos mujeres lesbianas, enamoradas desde jóvenes, a las que su entorno social les impidió vivir libremente su amor. Una historia que le permite a Lelio hablar del choque entre religión y homosexualidad, de si hay que obedecer al deseo incontrolable o al deber impuesto.
Menuda racha la del chileno Sebastián Lelio, que desde hace unos meses es oficialmente ‘el director ganador de un Oscar’. Si ya con Gloria –de la que estrenará próximamente un remake en inglés– alcanzó una gran notoriedad internacional, con Una mujer fantástica ha logrado un impacto –y no solo cinematográfico– a nivel mundial incontestable, coronado con el reciente Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Apenas ha tenido tiempo de reponerse de la promoción de su última película de nacionalidad chilena hasta la fecha y ya está inmerso en la de su primer trabajo hollywoodense, Disobedience, que se estrena el 25 de mayo en España. “Cada película es una nueva apuesta. En el primer pase para un público estadounidense estaba igual de nervioso y entusiasmado que siempre…”. Vamos, que no se le ha subido la estatuilla a la cabeza. “Lo hermoso es que nada está garantizado cada vez que estrenas”.
Si en Gloria hablaba de la marginación social que sufría una mujer en base a su edad, y en Una mujer fantástica de la lucha de una mujer trans por ser tratada con respeto, en Disobedience relata la historia de dos mujeres judías ortodoxas que en su día fueron amantes y que, cuando se reencuentran después de muchos años, ven renacer esa atracción entre ambas. Ronit (Rachel Weisz), fotógrafa afincada en Nueva York, regresa a Londres cuando se entera de la muerte de su padre, un importante rabino. Allí descubre que su ‘amiga de la infancia’ Esti (Rachel McAdams) se casó con un buen amigo de ambas, destinado a ser el nuevo rabino de la comunidad (Alessandro Nivola). Entre ellas saltan chispas desde el momento en que se vuelven a ver, y poco a poco asumirán que tendrán que decidir entre llevar la vida que ellas elijan o la que la comunidad judía les obliga a asumir.
Una vez más, Lelio centra su atención en mujeres que desafían las convenciones del heteropatriarcado, aunque asegura que no le mueve una determinación social. “Tampoco política. Cuando una historia despierta en mí una emoción que me conmueve, es cuando decido abordarla”, explica. “Había algo en este triángulo amoroso en un contexto opresivo con lo que conecté enseguida”. Y que le permite denunciar la discriminación que siguen soportando muchas mujeres lesbianas en determinadas comunidades. “Mientras seamos humanos, vamos a estar lidiando con nuestra propia pequeñez”, sentencia. “Toda sociedad tiene sus luces y sus sombras, y para que el individuo pueda luchar por sus derechos en ocasiones tiene que recurrir a la desobediencia. Conecto de una manera fuerte con estos personajes que no hacen lo que se espera de ellos”.
Rachel Weisz, que poseía los derechos de la novela de Naomi Alderman en la que se basa Disobedience, fue quien ofreció a Lelio la posibilidad de debutar en Hollywood –un gran logro por su parte es haber mantenido la sensibilidad narrativa, su sello como cineasta–. Asegura que no le dio mayor importancia al hecho de contar con dos actrices muy conocidas, sin duda un gran reclamo para el alcance de su película. “Me interesa trabajar con artistas talentosas más que con estrellas, porque lo que busco es la excelencia”. En determinados sectores, se sigue considerando ‘valiente’ que estrellas populares interpreten personajes homosexuales. Es algo que Lelio no se explica. “Lo importante es que con su trabajo remuevan, espero que ese otro detalle no sea el principal reclamo de una película así para nadie”.
«Claro que es atractivo ver a Rachel McAdams con Rachel Weisz, son dos presencias superpotentes y dos mujeres bellísimas»
Sí ha despertado un enorme morbo la intensa secuencia de sexo entre Weisz y McAdams, que elude los clichés que muchas veces lastran ese tipo de escenas en producciones de este calibre cuando las protagonizan dos mujeres. Se llegó a publicar que la propia Rachel Weisz, que para eso es productora, había supervisado el montaje para asegurarse de que la excitación y el placer femenino fueran los protagonistas, huyendo de un punto de vista masculino. Lelio lo desmiente. “Es una información que fue malinterpretada, solo el editor y yo estuvimos en la sala de montaje”. En cuanto al morbo de la escena, dice que preferiría que se utilizara otra palabra para definir ese interés: “Mejor hablar de que despierta atracción, porque la palabra ‘morbo’ tiene un componente negativo. Claro que es atractivo ver a Rachel McAdams con Rachel Weisz, son dos presencias superpotentes, dos mujeres bellísimas y dos actrices de primer nivel. Para unas personas resultará inspirador verlas, y para otras morboso…. No sé, es algo que no manejo bien”, dice entre risas.
La religión –en este caso la judía ortodoxa– se torna en cuarto protagonista de Disobedience, como elemento opresor que empuja a Ronit y a Esti a reaccionar y decidir su destino, ya predispuesto por su comunidad para ellas. Pero Sebastián Lelio no solo quería denunciar este hecho cuando retrata el entorno en donde se desarrolla esta historia de amor con tres vértices. “Estamos hablando de un sistema de creencia milenario, que ha ido sofisticándose a lo largo de los tiempos y que tiene un hondo calado en quienes pertenecen a esta comunidad. Trae consigo una riqueza cultural fuerte, además de paradojas… Lo que más me interesaba era mostrar cómo incluso al reemplazar ese sistema de creencias por otro, el problema al que se enfrentan los personajes sigue ahí”, explica. “Por eso, para pasar al siguiente nivel, para reforzar los valores personales, es necesario rebelarse. Entonces uno puede ver la madera de que están hechos”.
Esti –una Rachel McAdams lanzada hacia los próximos Oscar– se debate entre el deber y los compromisos, sociales y familiares, que ha aceptado, y su irrefrenable deseo hacia otras mujeres –que según dice en un momento dado de la película, intentó curar–. “Siempre la he considerado una actriz con una presencia cinematográfica superpoderosa. Así que me resultaba muy interesante la idea de verla coartada, arrinconada tras la ropa y la peluca que lleva; porque en el fondo es imposible anularle ese sol interior que tiene”. Cuenta Lelio que llegó al rodaje con el personaje muy definido. “Es muy metódica, investigó mucho, y cuando apareció vi directamente a Esti”. Con las dos asegura haber disfrutado mucho. “Me encanta la combinación de ambas, porque representan las dos caras de una misma mujer. Una huyó y renunció a sus orígenes, y la otra perdió la conexión con su sexualidad. Se reencuentran en pleno rito fúnebre y no pueden evitar que arda Troya…”.
De nuevo retrata Sebastián Lelio a mujeres poderosas, cuando aún se mantiene vivo el impacto de Una mujer fantástica, con la que descubrió a Daniela Vega, incontestable icono trans, al mundo. “Es algo que he vivido con mucho orgullo”, confiesa. “Ha sido muy potente ver cómo Daniela ha ido manejando esta atención creciente durante el último año, con mucha gracia e inteligencia”. Consciente de que la película ha trascendido el impacto cinematográfico para convertirse en instrumento de cambio social, se siente feliz por ello, aunque, como el Oscar, no parece que se le haya subido a la cabeza, y cede el mérito a su actriz. “Ella ha tenido la fuerza y la claridad para conseguir el lugar que se ha ganado, y contribuir a que la película se haya convertido en instrumento de reforma”. La revista Time ha nombrado a Vega una de las cien personas más influyentes del mundo, y el director lo celebra. “Hablan ahora de ella como icono. Hace tres años, la primera vez que quedamos y la vi salir de la peluquería, ya supe que lo era”.
LA PELÍCULA DISOBEDIENCE SE ESTRENA el 25 de mayo EN CINES