Carmen y Lola aborda, nada más y nada menos, que la primera historia de amor entre dos mujeres gitanas y lesbianas. Las mujeres homosexuales gitanas son un colectivo del que sabemos bien poco, pero la directora bilbaína Arantxa Echevarría ha querido indagar hasta el punto de rodar este filme, su ópera prima, que apunta muy alto en el festival de Cannes.
Sacar adelante este proyecto cinematográfico, descrito por la propia directora como «bizarro y complicado», no fue tarea fácil, ya que en un principio las productoras no mostraban mucho interés por el mismo. Hay que tener en cuenta que las relaciones afectivas entre mujeres siguen siendo un tabú en muchas culturas, y cuando se habla de la comunidad gitana en concreto… la visibilidad del amor lésbico es prácticamente inexistente.
El proceso de realización de la película también fue arduo. Echevarría tardó nada menos que dos años en encontrar a las actrices que finalmente protagonizaron el largometraje, Zaira Morales y Rosy Rodríguez, que no contaban con experiencia en el mundo de la interpretación, con lo que se logra un mayor realismo y naturalidad. Durante el proceso conoció a muchos gitanos, según afirma entre risas la directora: “No hay mercadillo en el que no me conozcan”. El tono de la película es prácticamente documental, ya que también se abordan distintas tradiciones gitanas.
La mayor parte del equipo que ha logrado que Carmen y Lola vea la luz son mujeres, algo que la directora resalta en aras de visibilizar que el colectivo de mujeres no cuenta con muchas oportunidades dentro de la gran industria cinematográfica. El largometraje opta a la categoría ‘Cámara de Oro’ a la mejor ópera prima, premio que puso en el mapa en su día a los conocidísimos Spike Lee o Sofia Coppola. Arantxa Echevarría también apunta muy, muy alto: “Yo creo en el cine social, creo en la capacidad del cine para enseñar realidades que han de ser cambiadas. Al fin y al cabo, el cine no es más que deseo».