Parece que el universo de Marvel no encuentra límites, y se consolida como una de las marcas cinematográficas más extensas y de más éxito de las últimas décadas. Si hace unos meses todo el mundo hablaba de Vengadores: Infinity War, que algunos ya han calificado como una de las mejores películas del año, ahora llega el turno para la segunda parte de uno de los superhéroes más diminutos de los cómics, Ant-Man.
Corría el año 2015 cuando aterrizaba en la gran pantalla una de las últimas apuestas de la alianza entre Marvel y Disney. La película nos presentó a Scott Lang, un ladrón al que el científico Dr. Hank Pym (Michael Douglas) suministró un traje especial con el que poder reducir su tamaño al de una hormiga, y que le permite también comunicarse con otros insectos. Una inusual arma con la que salvar al mundo de cualquier amenaza.
Ahora, tres años después –y tras aparecer en Capitán América: Civil War–, Ant-Man regresa acompañado de la Avispa, una superheroína con la que tendrá que sumar fuerzas para combatir a nuevos villanos.
La frescura, el humor y los inusuales poderes de esta pareja de luchadores son algunas de las bazas de esta esperada secuela, aunque viendo su cartel cualquiera puede darse cuenta de que parte del gancho de la historia está en su reparto, que cuenta con veteranas estrellas del cine como el mencionado Douglas, Laurence Fishburne o Michelle Pfeiffer, quien se incorpora en este nuevo episodio.
Una de las novedades de Ant-Man y la Avispa es, como su propio nombre indica, la incorporación de la heroína que encarna Evangeline Lilly, a la que la mayoría de mortales reconoce por su papel en la serie Perdidos. La actriz canadiense ha protagonizado numerosos titulares desde que comenzó la promoción de la película, todos por razones más que admirables. Uno de los motivos es que nos encontramos ante la primera cinta de este universo cinematográfico que hace referencia a un personaje femenino en su título, un paso que ha tardado en llegar una década –y 17 películas–, pero que esperamos abra puertas a las futuras mujeres heroínas. Y aunque en este caso el mérito no es de Evangeline Lilly, ella siempre se ha postulado como una gran defensora de los derechos de la mujer en la industria del cine.
Una lucha que parece haber ganado a nivel personal porque, a sus 39 años y siendo madre de dos hijos, la actriz ha roto tabúes demostrado que cualquier mujer puede ser un admirado personaje de acción. Pero su reivindicación no acaba ahí, ya que hace tan solo unos días, durante una entrevista, habló acerca de las quejas de algunos actores ante la incomodidad de los trajes de superhéroes. Ella afirmó no sentirse extraña en el suyo, pero claro, las mujeres saben lo que es tener que estar incómodas para poder estar guapas, dijo mientras mostraba sus tacones a cámara. Pequeños gestos con los que la Avispa ya nos ha conquistado, antes incluso de su debut como protagonista en cines.
Al otro lado de la balanza está el que se ha convertido en uno de los maestros del humor en Estados Unidos, Paul Rudd. Puede que muchos comenzaran a saber de él gracias a su incorporación a una de las comedias más exitosas de finales de los 90 y principios de los 2000, Friends, donde interpretó al novio definitivo de Phoebe, Mike. Sin embargo, la carrera de Rudd comenzó en 1995 en una película considerada ahora un ‘hito’ del cine para adolescentes, Clueless (Fuera de onda).
Desde entonces, la carrera del estadounidense ha estado ligada a la comedia, y se ha convertido en uno de los pesos pesados del humor en Hollywood. Es por eso que le hemos visto en películas como Virgen a los 40, El novio de mi madre –que supuso el primer encuentro con Pfeiffer– o Juerga hasta el fin. Pero también ha sabido sacar tiempo para incluir en su trayectoria algunas cintas que han contado con el reconocimiento de la crítica, y que le han ayudado a labrarse un perfil más ‘respetable’. Las normas de la casa de la sidra o Las ventajas de ser un marginado son un claro ejemplo de ello.
Aunque con menos barreras que su compañera de reparto por su condición de hombre en una industria que ha demostrado pecar de machista, Paul Rudd también ha tenido que luchar por ocupar su puesto en Hollywood como superhéroe cuando está a punto de cumplir los 50 años. Pero entonces llegó Ant-Man, la película que supuso ese escalón con el que llegó el merecido reconocimiento por parte del público tras más de veinte años de carrera.