Cuando se cumplen 25 años de la muerte de Pepe Espaliú, uno de los grandes renovadores de la escultura contemporánea, la madrileña García Galería realiza un homenaje a un artista de trayectoria indispensable, pero desgraciadamente breve: el VIH la cortó súbitamente. Y a la enfermedad dedicó buena parte de su obra.
En la década de los ochenta, en España y relacionado con las artes, ocurrieron muchas más cosas que La Movida. Grandes artistas, quizá más minoritarios y sesudos, menos lúdicos, festivos y frívolos que aquellos otros por todos conocidos, también se consagraron internacionalmente. Y entre todos ellos, al que más deberíamos recordar, especialmente nosotros dado que fue un artista homosexual comprometido, es al cordobés Pepe Espaliú (1955-1993).
García Galería le dedica una retrospectiva a modo de homenaje cuando se cumplen 25 años de su fallecimiento a causa del sida. Una enfermedad que incluyó en sus trabajos tras descubrir que la padecía en 1990, que dio aún más profundidad a su obra, muy relacionada con la configuración de una identidad, y que propició una de las grandes performances ‘artivistas’ de la historia. Que además logró colocar a España, una vez más, en la vanguardia mundial de los movimientos de solidaridad con las víctimas de lo que entonces era una epidemia devastadora que causaba estupor, miedo, marginación y muerte solitaria a los que la padecían, amparada en la ignorancia global y la pasividad criminal, desinformadora y cómplice de la mayoría de los gobiernos del planeta.
Carrying (1992), que se podría traducir como ‘Porteador’ o ‘Llevándole’), acción que el artista desarrolló primero en San Sebastián en 1992, durante el Festival de Cine, y luego en Madrid en 1993 (de las Cortes al Reina Sofía), consistía en una larguísima fila de ciudadanos que se pasaban al artista, ya enfermo, de mano en mano, hasta conducirlo al final del trayecto sin dejarle pisar el suelo. Visibilizaba tanto la dolencia como la necesidad de solidaridad, de ahuyentar el miedo a la enfermedad y empatizar con sus víctimas.
Fue un éxito absoluto, recogido por los medios de muchos países, y también una de las acciones artísticas más emocionantes de la década. Y se enmarcó dentro de un conjunto de obras, Carrying Project, en el que Espaliú también creó sus famosas sillas y palanquines escultóricos, al modo de los transportes nobles del siglo XVII.
Según el galerista Joaquín García, que confiesa haber descubierto a Espaliú en 1993, cuando la televisión emitió en directo su acción madrileña y él salió corriendo a verlo con sus propios ojos en estado de shock, “todo el proyecto era una barbaridad. En su tiempo, en su contexto (la España en plena ‘hecatombe Expo 92 y Olimpiadas’, con el felipismo de fondo) Espaliú crea una serie de trabajos sobre un tema extremadamente tabú entonces, donde la gente moría a diario, abandonados y estigmatizados, con los que habla del contagio pero también de la protección y del aislamiento, de la ayuda, de la fragilidad, del necesitar al otro, de la soledad… Es probablemente la mayor aportación española que se hizo a la sensibilización sobre el sida en aquellos años de Act-Up, y personalmente lo encuentro al nivel emocional de The Names Project [el proyecto de quilt comunitario con los nombres de las víctimas bordados desarrollado a partir de 1987 y que llegó a cubrir toda la Explanada Nacional de Washington en 1996]».
Sin embargo, en esta exposición este proyecto apenas sirve de referencia. Porque el propósito de esta muestra –comisariada por Jesús Alcaide y realizada en colaboración con la familia González-Espaliú y la galería Pepe Cobo & Cía.– es dar a conocer a una generación más joven la importancia del conjunto de obras del artista, cuya carrera se concentró apenas entre 1986 y 1993, fecha de su muerte. Porque Espaliú fue una figura polifacética.
Comenzó en la pintura y saltó a la escultura, “donde se convirtió en uno de los grandes renovadores europeos a finales del siglo pasado, al nivel de Juan Muñoz o Cristina Iglesias, pero también de Thomas Schutte o Antony Gormley”, apunta Joaquín García. Pintor, escultor, dibujante, performer e incluso escritor (su libro En estos cinco años: 1987-1992 aparece parafraseado en el título de la expo), Espaliú se convirtió tras su muerte en “casi un mito, un artista que había creado un nuevo lenguaje basado en la tradición para hacer una obra moderna y actual.
Todo su trabajo está conectado: las formas que aparecen por primera vez en sus cuadros se terminan de definir en los dibujos para pasar a ser tridimensionales en sus esculturas y luego convertirse en acciones performativas. Es como si fuera perfeccionando, puliendo, una serie de formas para que fueran cada vez más expresivas, con más significados”. Es el momento de dar una revisión seria a esos otros aspectos de nuestra memoria colectiva y de la aportación de un artista reconocidamente homosexual al arte contemporáneo mundial, y de acercarse a una galería donde el pensamiento queer siempre tiene cabida “porque ¿a quién no le interesa? Y si el proyecto en concreto además es bueno, nosotros lo vamos a apoyar. Siempre”, confirma su propietario.
La exposición Pepe Espaliú. En estos veinticinco años se puede visitar del 13 de septiembre al 10 de noviembre en García Galería (Doctor Fourquet, 8 · Madrid). Más información en www.garciagaleria.com