El nombre de nuestro protagonista es Timothy Kurek, un hombre heterosexual de familia conservadora y religiosa.
Timothy pensaba que la homosexualidad era un castigo divino y, por tanto, algo de lo que tenía que arrepentirse. No era algo que entrase en su cabeza. ¿Cómo iban a estar juntas dos personas del mismo sexo? Ni él ni su entorno lo concebían… hasta que algo pasó.
Su mejor amiga le confesó que era lesbiana y que su familia no lo había aceptado. Sí, su mejor amiga era homosexual, eso que Kurek no entendía. «Había una voz en mi cabeza que me decía que le predicara la palabra del Señor e intentara ‘convertirla’. Esa voz no era Dios, era la ‘programación religiosa’ que había dentro de mí», afirma.
¿Cómo podría el protagonista de esta historia llegar a ponerse en la piel de su amiga? Pues adoptando un estilo de vida como un hombre homosexual durante un año.
Cuando Timothy contó que era gay dejó de tener noticias del 95% de sus amigos. Sin embargo, también afirma que esto le ha servido para apartar prejuicios y conocer a las personas con la historia que hay detrás.
Kurek ha contado esta historia en un libro donde ha recogido su experiencia y sus vivencias con esta nueva vida que él mismo decidió adoptar. Lo que resulta más curioso es que muchos se enteraron de que su supuesta homosexualidad no era cierta cuando se publicó el libro.
Desde ese momento, muchos de sus familiares decidieron volver a relacionarse con él… ya que, finalmente, no era homosexual. En fin, quizás no les vendría mal vivir una experiencia similar.