Era 13 de julio de 1985. Más de 74.000 almas abarrotaban el estadio londinense de Wembley, esperando a los artistas más consagrados del pop de la época. Todos se reunían para luchar contra el hambre en África en Live Aid, uno de los eventos musicales más recordados de la historia, que reunió a casi 2.000 millones de espectadores ante el televisor. Antes de que cayera la noche sobre el Big Ben, irrumpiría en el escenario como una exhalación Freddie Mercury, con sus Adidas blancas de rayas negras, brazalete de pinchos en el bíceps, prominente bigote, vaqueros decolorados más allá del ombligo y camiseta de tirantes blanca que estilizaba su tonificada figura, esa que el sida iría deteriorando hasta acabar con su vida seis años después. Cuando alcanza el piano después de agitar a las masas, Mercury hincha la vena característica de su cuello y comienza a entonar Bohemian Rhapsody: de los minutos más mágicos de Queen y de la historia del rock en vivo.
El título de ese himno es también el del biopic de la banda más icónica del siglo XX; un enorme proyecto que ha disparado las expectativas de seguidores y neófitos.Por encima de todas las curiosidades, nos interesa saber cómo se propuso recrear Rami Malek al frontman más extravagante de la historia. “No sabía por dónde empezar”, confiesa. “Freddie Mercury es un personaje único, no sabía si iba a ser capaz de moverme como él, hablar como él… Porque nada iba a estar coreografiado, todo en él era espontáneo”. Recuerda una espartana preparación que no solo se limitó al apartado físico. “También estuve atento a todas sus inseguridades, cómo tapaba su dentadura en cada entrevista, cómo suplía sus carencias…”.
El actor estadounidense apareció en la sala de proyecciones de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Madrid, después del primer visionado de la película en nuestro país, junto a su compañero Gwilym Lee, que da voz –y guitarra– al otro gran estandarte de Queen, Brian May. “Es el tipo más humilde que he visto, ya el primer día de grabación vino a darme un abrazo. Un día me gritó ‘come on Gwilym’, y sin duda lo más guay que me ha pasado jamás [risas]. Tener su bendición me quitó toda la presión, sin su apoyo habría sido imposible”, recuerda sobre sus conversaciones con la leyenda de pelo leonino, atento e involucrado.
Bohemian Rhapsody narra el ascenso al estrellato de Queen, desde el empeño de Mercury en lograr el éxito hasta las dificultades que se encontraron en el camino. Dirigida por el director abiertamente bisexual, Bryan Singer, compila dos décadas de luces y sombras, que tienen como gran protagonista al Mercury más humano, y que culminan en el concierto antes mencionado. La recreación de Live Aid copó los primeros días de la grabación del film. “Una manera muy sencilla de empezar, ¿verdad? Era escalofriante, porque la primera toma literalmente consistía en salir corriendo desde el backstage al escenario. Así que el temor que se ve en los personajes es muy real, yo sentía por dentro que éramos una banda de verdad”, recuerda Gwilym Lee. “Pensé que mis rodillas no aguantarían…, y creo que no podría volver a hacerlo”.
Era imprescindible poner el foco en el lado más íntimo de Mercury. Originario de Zanzíbar, desde joven comienza una revolución interior donde, además de renegar de sus raíces y modificar nombre y apellido, su identidad sexual –y cómo la vivió– juega un papel determinante. También en Bohemian Rhapsody, donde se muestran sus excesos –que en ocasiones perjudicaron su carrera, y provocaron que contrajera VIH–. Lo explica Rami Malek así: “La suya fue una tremenda, y continua, búsqueda de su propia identidad, en una época en la que no se hablaba de la sexualidad como ahora. Lo bonito de su historia es que fue quien quiso, no se escondió en ningún momento. ‘It’s just me, darling’, repite varias veces en la película. Eso me encanta de él”. Lee va un pasó más allá y destaca su figura como gran referente LGTB, y parte del éxito de Queen. “También es algo a lo que recurren como banda, cantan al diferente. Un hombre emigrante y gay, en aquella época, que celebra su singularidad… Eso a la gente le encantaba, y potenciaba la fuerza de la banda y de su música”, asegura.
Cierto es que en muchas de las letras de Queen hay un sentimiento inclusivo y diverso, un deseo de querer integrar al público. “La película es un constante homenaje a su música, que conectaba con todo el mundo, fueses el más cool o un crítico. Y muchas de sus canciones eran una auténtica celebración de la vida, mira We Will Rock You”, explica Lee. Malek desvela una de las claves para que su recuerdo sea imborrable y jamás caduque. “Todos eran bienvenidos en su mundo. No solo hacían música para ellos, necesitaban compartirla. Las letras de Freddie indican cómo necesitaba desesperadamente amor, y ese sentimiento lo traspasaba a su música”.
La película Bohemian Rhapsody se estrena hoy en cines