A Manuel Liñán –Premio Nacional de Danza 2017–, le brillan los ojos de una manera especial. Irrumpimos en la sala de ensayos de Teatros del Canal, donde termina de perfeccionar entre taconeos ¡Viva!, un espectáculo repleto de aristas reivindicativas en donde saca la mujer flamenca que lleva dentro, y que le teletransporta automáticamente a su infancia, llena de incomprensión y discriminación.
Así que además de descargar adrenalina sobre el escenario, sustituye ese viejo corsé por el mantón y las lentejuelas. “Es un motivo de celebración. Nace de la obligación de tener que elegir siempre entre un género u otro para manifestarse artísticamente, y ante la vida. Me ha atraído el mundo femenino desde que era pequeño, incluso cuando empecé a bailar yo quería hacerlo como una mujer… Y vestir, también”, explica.
SHANGAY ⇒ En la última frase de la sinopsis explicas que “queremos bailar de mujer y chim-pun”…
MANUEL LIÑÁN ⇒ Exacto. Somos siete hombres que nos transformamos en nuestra propia mujer flamenca, y cada uno lo hace con una identidad diferente. Todos comparten conmigo la necesidad de darle salida sobre el escenario. Aunque en realidad estoy un poco en contra de que se hable de ‘baile femenino’, porque las mujeres no tienen por qué ser femeninas. Nos gusta tratar todos los términos con libertad y no hacer hincapié en los géneros. Llevamos un mensaje de igualdad, y durante el espectáculo, llegamos a un desnudo del alma donde solo queremos se nos trate como seres humanos que bailan.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo se reflejan las vivencias de tu infancia sobre el escenario?
MANUEL LIÑÁN ⇒ Durante todo este proceso he ido reflexionando. Es verdad que de pequeño me sentí discriminado, fuera de lugar, sin poder manifestarme tal y como era. Y no ha sido nada fácil, me ha generado grandes secuelas. Aun ahora, cuando hablo con mi mánager o con la prensa, explico lo íntimo que resulta para mí el espectáculo, ya que es exactamente lo mismo que hacía en mi habitación a escondidas. Lo cuento sobre un escenario porque, como artista, es el lugar que tengo para expresarme con sinceridad, donde sacar todas estas vivencias que formaban parte de un mundo que yo no podía compartir.
«Hay que dejar de diferenciar entre lo femenino y lo masculino»
SHANGAY ⇒ ¿Sientes la necesidad de dar visibilidad a tu experiencia para ayudar a jóvenes que estén sufriendo?
MANUEL LIÑÁN ⇒ Llevo años sacando la bata de cola, y durante todo este tiempo ha habido escuelas que no permitían a los chicos hacerlo. Aunque haya podido generar polémica, creo que se ha dado un paso, corto, pero un paso… Hace poco conocí a un niño de 14 años de Jaén al que le encantaba ver mis vídeos y bailar con la bata de cola, y la madre me daba las gracias por naturalizar este asunto, y que él tenga esa referencia. Son pequeñas victorias que a mí me emocionan mucho porque yo no pude hacerlo en su momento, y ahora ya es tarde para mí.
SHANGAY ⇒ ¿Pretendes despojar al transformismo de ese punto circense que le ha acompañado históricamente?
MANUEL LIÑÁN ⇒ Es verdad que ha estado siempre asociado al show, pero hay un trasfondo muy personal, que no se tiene tanto en cuenta. Yo tenía un tío transformista, y me daba mucha pena verle actuar, porque percibía la obligación de intentar agradar a la gente. Pensaba que tenía mucho más que transmitir, porque el transformismo es una forma de rebelarse ante la vida. El que quiera salir travestido a comprar el pan sin que sea carnaval, que sienta que no pasa nada por hacerlo. Solo pretendo darle mayor dimensión.
SHANGAY ⇒ ¿Temes que entre las críticas se pueda colar la plumofobia?
MANUEL LIÑÁN ⇒ ¿Cómo vamos a seguir avanzando así? Si estamos hablando de libertad, enterrar la pluma es un paso hacia atrás. Por cierto, que tener pluma no tiene nada que ver con ser homosexual, hay artistas que la tienen y no está asociada a con quién se acuestan. Es lo que yo llamo la ‘pluma artística’… Ya está bien, que cada uno se exprese como quiera.
SHANGAY ⇒ ¿Dónde invertirías recursos para cambiar todo lo que reivindicas en ¡Viva!?
MANUEL LIÑÁN ⇒ En educación. Hay que dejar de diferenciar entre lo femenino y lo masculino. Tiene que haber mayor unificación de términos, y dejar de asociar conceptos a un solo género. A mí me decían que lloraba como las niñas… ¡Pues me cago en tu puta madre, a ver si es que los hombres no lloran! Y me gustaría que se penalizase más la homofobia, no permitiría, desde que somos pequeños, que se falte al respeto a otra persona… Y, por favor, dejemos de usar la palabra ‘maricón’ de una forma despectiva.
EL ESPECTÁCULO ¡Viva! se representa los días 8, 9 y 10 de febrero en los Teatros del Canal (C/Cea Bermúdez, 1) de Madrid