Nos casamos hace cuatro años, un 9 de abril del 2014, en el ayuntamiento de Sevilla la Nueva (Madrid), y la ceremonia fue el 12 de abril en el Hotel Silken Puerta América.
Lo organizamos con la empresa Ceremonias Laicas, y optamos por casarnos en ese hotel porque cada planta es de un arquitecto diferente, con espacios para moverse muy distintos, con la intención de hacer una boda que se saliera de lo habitual.
La nuestra lo era, no por ser de dos chicos, sino por la unión de dos personas, una gitana, Félix, mi pareja, y «una paya», que es lo que yo soy, según él. Era la unión de dos culturas.
A mi pareja le hacía mucha ilusión poder casarse. A mí, la verdad, ni fu ni fa. Pero cuando uno está enamorado…, pues hace locuras, y sobre todo locuras que hacen feliz al otro.
Entonces, decidimos casarnos. Hicimos un grupo de WhatsApp con amigos y familiares, y desde la República Dominicana, en una playa, donde estábamos de vacaciones, les comunicamos la noticia. [risas]. Eso fue en las Navidades de 2013.
¡Ya estaba todo en marcha! En poco tiempo fuimos cerrando todo para que en Semana Santa (por cuestiones laborales mías) estuviéramos todos disfrutando de nuestra boda.
Buscamos lugares y empezamos con la organización. Deseábamos darle un lugar importante a los amigos y familiares. Optamos por pedirles que nos hicieran un vídeo para nosotros, y la sorpresa fue que lo pusimos a trozos de cada grupo de amigos durante el cóctel. Menudas risas pasamos, tanto nosotros como ellos cuando se veían.
Para la entrada al salón, optamos por hacer un baile sorpresa, de esos flashmob que se llevan tanto ahora. [risas]
Hubo de todo en la boda: niños llevando flores, anillos, suelta de globos, comida, bebida, baile hasta las tantas. No hubo prueba del pañuelo: la verdad es que la virginidad ya la habíamos perdidos antes… [gran carcajada]. Pero sí: nos levantaron en alto, nos bailaron, nos tiraron almendras (dan salud en las bodas gitanas), para mi pareja fue un momento muy emotivo…