Este fin de semana se ha celebrado en Verona la 13ª edición del Congreso Mundial de la Familia, convocado cada año por una organización estadounidense que promueve valores e ideas del cristianismo conservador. Durante las primeras hora del día llegaron al edificio de la Gran Guardia, que albergaba el evento, cientos de personas de todo el mundo, que acudían con un mismo fin: promover “una visión positiva de la familia”, tal y como explica el presidente de dicha organización, Brian Brown, “entendida como la unión entre un hombre y una mujer a partir del matrimonio”.
Podríamos decir que esta es la menos homófoba de todas las declaraciones que hicieron algunos de los asistentes a estas jornadas. “No se puede considerar como familia la unión entre parejas del mismo sexo, eso es un pecado de Dios”, “Si los homosexuales no se curan, irán al infierno”, “La homosexualidad es un comportamiento aprendido, no es un hecho biológico, y se puede reeducar”, “A mí me molesta cuando veo a parejas homosexuales pasear de la mano por la calle”… Estas son algunas de las perlas que se pudieron escuchar en el Congreso, y que no dejan de sorprendernos en los tiempos que vivimos.
Pero el colectivo LGTB no es el único enemigo de esta organización, también tuvieron palabras en contra del aborto y la eutanasia, actos que consideran delitos contra nuestra naturaleza como seres humanos. Por suerte, diversos medios de comunicación y personalidades políticas de Italia trataron estas manifestaciones como lo que son, actos de odio cargados de homofobia, promovidos por una devoción religiosa que podría considerarse extrema. Un rayo de luz en una jornada que pareció transportarnos décadas atrás.