Lorenzo Caprile es uno de los diseñadores más prestigiosos de trajes y vestidos de novia dentro de la alta costura española. Se ha sincerado en una entrevista con el diario El Español y recogemos sus declaraciones más impactantes.
Para Lorenzo Caprile el amor es una cuestión de lealtad y hace una clara distinción entre amor y sexo: «El sexo es una gimnasia. Es un juego». Y se muestra un poco escéptico a que estos convivan en una misma persona. «Lo maravilloso es cuando ambas cosas coinciden en la misma persona; que es, si quieres, el gran mito de la cultura contemporánea. Normalmente, creo que no es así».
Continúa: «Creo que en nuestra naturaleza animal no está la fidelidad. Creo que eso es una construcción cultural con raíces históricas muy profundas y tiene que ver con razones sociales, económicas, de todo tipo. Es difícil que sexo y amor convivan en un largo periodo de tiempo. Se puede producir la chispa sexual, pero lo que tiene que sobrevivir es el amor en ese concepto de lealtad, de comunión de ideas, de compañerismo frente a la vida». Se muestra especialmente reacio a la idea de la fidelidad dentro de las parejas gays: «Creo que en el mundo gay exigir fidelidad absoluta a tu pareja es un camino de lágrimas».
El diseñador asegura: «Es una cultura mucho más nueva, y también hay más oportunidades, digamos, hay más medios. Si quieres echar un polvo en Madrid siendo homosexual, es facilísimo. 3.000 aplicaciones, 3.000 locales… Y para un heterosexual echar una cana al aire… es más complicado. Yo creo que desde el punto de vista sociocultural nosotros lo tenemos más fácil si queremos ser promiscuos que los heterosexuales, pero a lo mejor ellos se cortan más porque lo tienen más complicado, o porque hay unos hijos, o no sé. La promiscuidad está dentro del ser humano».
Cuando le preguntan por su despertar sexual, evita la pregunta, pero a través del uso de sensaciones, al final, asegura: «Fue sorprendente. Bastante precoz y sorprendente. Sí». Y añade: «Vamos a dejarlo ahí. Precoz, muy precoz, eso sí».
Sobre lo que ha aprendido desde entonces sobre el sexo dice en la citada entrevista con El Español: «Sé que alrededor del sexo hay mucha mitología, mucha hipocresía barata, mucha moralidad tonta, y pienso que muchos problemas de la sociedad contemporánea a nivel de trastornos de la personalidad, de represiones, de psicologías desviadas… Escarbas, escarbas, escarbas, y yo creo que un porcentaje muy alto tienen un origen sexual».
Hablando sobre la pornografía es contundente: «Soy un firme defensor de la pornografía», y cuando le dicen que existen detractores y detractoras feministas afirma: «Pues como todo: creo que somos todos adultos y sabemos dónde tenemos que poner los límites. Igual que en el alcohol, el tabaco, el azúcar, las drogas, las medicinas. Hay drogas mucho más peligrosas que la pornografía. Y en contra de lo que dicen algunos contertulios, que no citaré nombres, pero sueltan cosas como “empiezas consumiendo pornografía y acabas violando a niños y a niñas”. Pues mira, no. Yo he consumido pornografía (sobre todo cómics, me dan mucho morbo), y no voy por ahí violando a niños por la calle. Ni se me ocurre, además que los niños pequeños no me gustan, me gusta la gente de mi edad, los señores mayores. La gente joven no me interesa».
La entrevista indaga en el concepto de belleza y de lo atractivo, y Caprile dice al respecto: «Influye. Pero tienes que traspasar. Está claro que te tienen que entrar por los ojos, y hay cuerpos más o menos perfectos que te llaman… pero la belleza no lo es todo, y yo he tenido experiencias sexuales muy gratificantes con gente que no es el paradigma de belleza clásica». E incluso, reconoce el atractivo en el nivel cultural: «Sí. A mí sí me puede atraer o excitar el “qué persona más interesante”. No cabe duda. Puede sumar. Pero también te llevas muchas sorpresas. Dices sí, este tuvo una conversación genial, pero luego…».
También opina sobre el matrimonio y el Orgullo en Madrid: «Pienso que uno de los lemas de la homosexualidad más radical cuando inició era inventarnos algo nuevo. No copiar un modelo que sabemos que falla constantemente, que es reproducir el estereotipo. Incluso dentro de las parejas: el que hace de hombre, de mujer, el más masculino, el más femenino… Hay homosexuales que su ilusión es casarse y montar un fiestón, me alegro mucho por ellos y además dan trabajo a mucha gente. Me parece estupendo. Pero, en fin… me deja indiferente. Y en cuanto al Orgullo, me parece fenomenal que siga existiendo, pero el Orgullo que yo viví en los primeros años noventa no tiene nada que ver con el Orgullo de ahora».
Incluso considera la posibilidad de trasladar el Orgullo a la Casa de Campo: «A mí no me parece mal. Sobre todo porque el recorrido no es el original (que fue el que yo viví, y era emocionante empezar en Alcalá, terminar en Sol, con las sentadas y las besadas aquellas multitudinarias, y Zerolo hablando…). Eran momentos en los que había que reivindicar muchas cosas. Ahora sí, hay muchísimos gays, pero también hay muchos jóvenes que vienen de todas partes de España a hacer un macrobotellón. Y me parece estupendo, porque traen mucha riqueza a la ciudad, pero se debería reconducir… Quizá es que yo ya soy muy mayor».
Caprile habla también de la prostitución masculina: «Ponemos el grito en el cielo por la prostitución femenina pero nadie habla de la masculina. Eso es un poco machista por parte de las instituciones. Yo si tuviera un cuerpazo… ya te lo digo yo, me dedicaría a eso, eh: dinerito fácil, viajas, conoces un montón de gente. Claro. El agobio es si te viene uno que no… pero vamos, siempre tienes la potestad de rechazar al cliente. E incluso no descarta el hecho de ser consumidor de prostitución en el futuro: «De momento, creo que todavía estoy de buen ver. Ahora, dentro de unos años, cuando sea un viejecito».
Termina hablando de su mejor momento sexual: «Pues fue una aventurilla que tuve en Dubai. Fue espectacular. Fue alguien que conocí por una aplicación, de una manera muy morbosa porque allí están prohibidas ese tipo de aplicaciones… Me cité con él desde Madrid, en fin, fue todo… Todo el protocolo… Yo soy muy romántico y muy novelero, y todos los preámbulos me excitan. Era un hombre bellísimo, pero bellísimo. Espectacular».