De un modo u otro, los actores siempre han proyectado dos identidades: la personal y la de su papel en cuestión. Pero a Taron Egerton, tal y como él ha reconocido en alguna ocasión, no le interesa interpretar a un tipo serio que se aleje de su forma de ser. Risueño y divertido, su sonrisa ya es una de las que más brillan en el firmamento hollywoodiense, escaso de talentos emergentes como el galés.
Mientras se consolida en la gran pantalla, comienza a acumular todo tipo de papeles protagonistas –mención especial a cómo se mimetizó con el esquiador Eddyie Edwards en Eddie el Águila–. Aunque sin duda, la taquillera saga Kingsman y su papel como agente del Servicio de Inteligencia británico ha sido el factor diferencial de su carrera…
Ahora muestra una conexión más que especial con Elton John: interpreta a su compatriota y superestrella de la música abiertamente gay, en su biopic Rocketman. Un repaso desde sus comienzos, como niño prodigio del piano y estudiante en la Academia Real de Música, pasando por su juventud y su carrera, cuando se dio cuenta de que lo suyo no era la música clásica sino el pop-rock, hasta convertirse en toda una leyenda. Un duro y cruel relato –donde no se escatima a la hora de hablar de las miserias, adicciones y falta de aceptación del cantante– que desnuda a la persona y encumbra al personaje, y que nuestro lectores ya pudieron disfrutar en nuestro preestreno.
Lo único que no sabemos es si consiguió el papel después de entonar el mítico I’m Still Standing en ¡Canta!, donde puso voz al gorila Johnny. Esa versatilidad seguro que le llevará hasta Broadway próximamente. No tiene techo.
Rocketman se proyecta en cines